‘Los despertares’ es el primer poemario de Marina Casado, lanzado por Ediciones de la Torre, en el que la joven poeta madrileña recopila los textos creados entre 2008 y 2012, agrupándolos en dos partes magníficamente resueltas a través de dos personajes de cuentos infantiles convertidos en mito: La bella durmiente y Alicia, la protagonista del País de las Maravillas.

En la primera parte, titulada Soledades de la bella durmiente, la poeta abre el conjunto con tres composiciones, Planteamiento, Nudo y Desenlace, que vienen a ser una declaración de intenciones de lo que encontraremos en nuestro recorrido lector. En el primero de ellos, Planteamiento, encontramos los versos que presentan el suceso del dolor sufrido por el protagonista poético, leit motive de esta primera parte: “En los confines de la blanca clínica descansa / la sutil radiografía de una ilusión difusa / bajo el veneno de la mediocridad y el sol de la lejía”. Continúa en Nudo con: “Una sombra furtiva se desliza en silencio / entre el insomnio vago y el trémulo suspiro”, para finalizar en Desenlace: “Y sobre la camilla, de nuevo sólo tú, que has cerrado los ojos a toda incertidumbre / y permaneces en sempiterna espera / al margen de relojes y espejos helados”. Y es que en esta metafórica enfermedad y muerte de la bella durmiente se encuentra el dolor por la pérdida prematura del periodo de la infancia del doliente, “una niña tan anciana / que de mis manos se desprendían mariposas”. Una pérdida de la que se derrama un profundo estado de no-ser en el que el protagonista poético concuerda su vida con el otoño, “Ya no me queda sino el otoño”, una época intermedia donde los árboles pierden sus hojas, a caballo entre la vida de la primavera y la muerte del invierno. Sin embargo, casi al final de esta primera parte, la poeta lanza un hermoso canto a la vida que es hermosa y consciente en buena medida gracias a conocer el dolor, tal el poemario Alegría de José Hierro donde el poeta madrileño decía: “Llegué por el dolor a la alegría”. Marina Casado evoca la vida diciendo, “canto a todas las cosas que susurran despiertas”, y es entonces cuando el dolor deja de ser sangrante para ser asimilado y la esperanza se hace viva en el recuerdo, “Yo hoy sólo puedo creer en tu recuerdo”. En el epílogo, la Elegía verde con destellos de sol, nos vuelve a recordar que sólo muere lo que se olvida. Esta primera parte es un hermoso tratado de convivencia con el dolor, una forma de vivir la vida de una forma más plena y más consciente.

En la segunda parte, titulada Retornos del espejo, la poeta nos sitúa a la Alicia de Carroll como protagonista poético. Una Alicia desposeída del País de las Maravillas, “perdida en un mundo cadáver, sin Alicias”, verso que se repite en el primer y último poema de esta parte dándole un carácter redondo a la obra. Todas las composiciones manifiestan el uso de la tercera persona mientras la poeta ejerce su oficio como si de un narrador omnisciente se tratase. De ese modo, el narrador-poeta reivindica el pasado a través del recuerdo, pero también a través de la insatisfacción que entonces envolvía a Alicia, “Cuando Alicia recuerda su País / recuerda sobre todo la soledad que lo envolvía”. En ese sentido, el poema titulado El País de Alicia sirve como una perfecta composición de lugar que sitúa al lector en el mundo presente de Alicia, la búsqueda de su propia identidad: “Llegó el tiempo en que no bastaron / ni los prados de flores, / ni los bosques remotos, ni los naipes andantes / o las partidas de ajedrez”. Aparece como un recurso sorprendente, y a la vez necesario, la irrupción de Jim Morrison en ese nuevo mundo de Alicia, en el que Morrison ejerce de faro invitándola a “que cruce de una vez a la otra orilla”.

Si antes decíamos que las Soledades de la bella durmiente reflejaban la pérdida de la infancia a través de un suceso doloroso, en esta, Marina Casado nos muestra a esa protagonista expulsada de la infancia encarnada en Alicia, que trata de ubicarse sin que el pasado asesine su presente. Si en la primera parte, la poeta construía su mundo poético entre la noche, el otoño y el invierno, en esta segunda el lenguaje no es especialmente simbólico, sino que son la aparición de ese narrador omnisciente y el uso de la tercera persona las principales características estructurales de Retornos del espejo. A ese respecto, todo el libro está perfectamente conjugado con un magnífico uso del verso libre en versos y poemas largos cargados de ritmo y cadencia.

‘Los despertares’ nos conducen a descubrir a una joven poeta formada y leída sobre la tradición clásica, en especial en sus referentes a la generación del 27. Marina Casado se revela como una de esas voces imprescindibles de la nueva poesía.

Los despertares.

Ediciones de la Torre. Colección lírica. 2014.

Marina Casado.

Nace en Cádiz en 1981 y estudia Filología Hispánica entre la UCA y la UNED. Actualmente dirige los talleres de Escritura Creativa de El fontanero del Mar Ediciones. Organizador del festival poético...