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El Sevilla se impuso al Villarreal y las circunstancias con una partido muy serio, en el que supo aguantar el intenso acasó de los locales en el primer acto y castigó a la contra con enorme eficacia en la reanudación.

El Sevilla sumó tres puntos de oro en el aguacero de El Madrigal que, a diez jornadas del final, dejan el objetivo europeo muy encarrilado. En un escenario que, sobre todo en la primera mitad, supuso un quebradero de cabeza para ambos equipos, el conjunto de Unai se impuso tirando de ese oficio que sin duda marcó la diferencia en la eliminatoria de la Europa League. Consistente en los peores momentos, con un Pareja mayúsculo en el primer periodo, en la reanudación el Sevilla fue todo solvencia, machacando a la contra a un Villarreal que sólo fue superior en los últimos compases previos al descanso. 

Unai repitió el plan de los dos partidos europeos ante el Villarreal. El once era muy similar al del pasado jueves, con la inclusión de Coke en detrimento de Vidal, adelantando su posición Diogo, y de Bacca por Gameiro. Iborra en la mediapunta volvía a hacer de hombre boya, en esta ocasión con más signifación que nunca, porque una fuerte lluvia hacía del césped de El Madrigal una verdadera piscina donde el balón jugaba malas pasadas y apenas circulaba. Las primeras ocasiones fueron del Sevilla, que lo ganaba todo por arriba valiéndose de los centímetros de Iborra. Bacca se puso varias veces de gol y todo parecía bien orientado. Sin embargo, en el último cuarto de hora el Villarreal espoleó el choque y desplegó un acoso y derribo sin cuartel que puso contra las cuerdas a los hispalenses, todo basado en un Moi en estado de gracia. El propio Moi se estrelló con el palo totalmente solo, mientras que Nico Pareja, poco antes, salvaba sobre la raya un disparo de Campbell… Los locales encimaban sin tregua, pero el Sevilla, y eso es lo valorable, sabía sufrir, una vez más, y aguantó el tipo hasta un intermedio ideal para congelar los ánimos, incluso pudiendo marcar, otra vez por mediación de un Carlos Bacca muy activo.

El descanso enfrío la intensidad local y el Sevilla golpeó a la primera tras reiniciarse el juego, ejecutando una contra de manual a la perfección. Todo parte de un balón que pelea Vitolo en la izquierda, el canario se la da a Bacca, que en la divisoria levanta la cabeza y se la pone a Diogo en carrera. Diogo acelera, pisa área y se inventa un escandaloso taconazo que Coke recoge llegando desde atrás, para acomodarse y definir con un fino remate cruzado. Golazo y auténtico punto de inflexión de un partido que desde entonces no volvería a ser el mismo. El Villarreal no supo asumir el descalabro y buscó el empate tirando con todo para arriba, pero con poco criterio, aunque Navarro, que había salido por Tremoulinas, tocado, salvaba el empate una vez más ante el persistente Moi. Unai olió los espacios que iban a dejar los amarillos en su intento por empatar y sacó a Banega por Iborra. No le pudo salir mejor. El argentino no tardó en seccionar el campo y a su segundo intento el equipo hizo diana. En la primera ocasión asistió a Diogo, que centró muy alto. En la siguiente acción, de nuevo abrió a la derecha, esta vez para Coke, que puso un balón tiernito al área, repelido por la defensa y machacado por Vitolo, que estaba donde había que estar para dar carpetazo al choque.

El transcurso final del encuentro fue un quiero y no puedo del Villarreal, que incluso cambió de sistema para buscarle las cosquillas a un Sevilla, que, muy bien plantado, no se dejó rascar. Con esa versión firme y sólida que le caracterizó en la primera vuelta, el Sevilla volvió a ser un ejemplo de solvencia para dar un paso al frente cara al objetivo europeo casi definitivo. Y ante eso, el Villarreal tuvo muy poco que decir.