nazareno siente palabras

Con mi habitual afán de dañar la Semana Santa, de ridiculizarla y que todos se mofen de ella y de Sevilla, una ciudad a la que odio, se me vino a la cabeza una idea: sacar a relucir mis conocidos dotes de guionista y director de cine para realizar un vídeo de ficción.

Me gustan los retos difíciles, por lo que busqué una hermandad con una túnica tan singular y única como la de las Siete Palabras. De ruan me habría sido fácil conseguir varias, pero de túnicas con escapulario y botonadura carmesí estaba la cosa cortita. Así que tuve que empezar a poner mensajes en webs de anuncios: tras varios días y negociaciones conseguí alquilar dos túnicas de Las Siete Palabras, no sin pagar un curioso dinero por ellas. Llamé a dos amigos y los vestí de nazarenos, y tres amigas iban a hacer de acompañantes.

En una tarde del frío mes de enero moví mis contactos en el Ayuntamiento –por todos es conocida mi gran amistad con Zoido- por lo que le solicité que pusieran a mi disposición un camión de riego y varios operarios de Lipasam… y dos miembros de protección civil para que hiciesen de extras pasando por delante de la cámara. También tiré de Urbanismo para que colocaran alguna señal de prohibido aparcar del plan especial de Semana Santa, y de la grúa para que se llevase todos los coches que hubiese aparcados en la calle Virgen de los Buenos Libros.

Hablé con un amigo carpintero, que me construyó una rampa para ponerla en la puerta de San Vicente, y para terminar el decorado, contacté con dos vecinos de la calle para que pusiesen una colgadura en sus balcones. ¡No podía faltar un perejil!

Tras varios días puliendo los trabajadísimos diálogos y consiguiendo que los actores y actrices se los aprendiesen, lo tenía todo listo, aunque se me olvidaba un pequeño gran detalle: nadie ajeno a la producción cinematográfica podía ver a los nazarenos. Si nos hubieran hecho una simple foto o vídeo, todo se podría ir al traste.”

Esta historia, de ficción sobre un vídeo real -no real sobre un vídeo de ficción-, es la que algunos sevillanos han imaginado en sus mentes porque la venda de sus ojos les impide ver la realidad, la idílica realidad que les gustaría que fuese, o al menos que se viese, de la Semana Santa y de Sevilla.”

La historia de los nazarenos despistados de las Siete Palabras es una simple anécdota, solo eso, un despiste –de los que todos tenemos en algún ámbito de nuestras vidas- que han tenido dos personas con la mala suerte de cruzarse conmigo justo cuando venía de ver su cofradía por la calle Baños. A veces la realidad supera a la ficción. 

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