No es buen síntoma que un ayuntamiento sea incapaz de controlar la gestión de residuos y permita que se genere negocio con la basura de su ciudad. Y ojo porque, en Sevilla, a Lipasam le está saliendo cada vez más competencia.

De un tiempo a esta parte se ha hecho frecuente que, por cuenta propia, grupos de personas desencajen los contenedores y carguen los residuos reciclables en su furgoneta, adelantándose así a los camiones de Lipasam que, de todas formas, siguen repitiendo diariamente su ritual aunque no quede ya nada que meter en el camión. Resultado: lo que a estos emprendedores les sobra tirado por el suelo y la sensación de estar malgastando tiempo reciclando y dinero pagando impuestos.

La basura en las aceras y los contenedores rotos se han convertido en una seña de identidad de los barrios de Sevilla, sin que parezca perturbar al ayuntamiento y a su empresa municipal, flamante Escoba de platino. Total, luego vienen operarios a barrer y se cambian continuamente los cubitos esos de colores. Postureobasurilque dirían los modernos. (Y ya que estamos, aprovecho para pedir que, si de todas formas van a cargárselos, por lo menos le quiten los pelitos al contenedor amarillo).

A los ayuntamientos españoles les resulta tan aburrido el reciclaje y la gestión de residuos que, para buscar algún incentivo, se han tenido que inventar esos premios de escobas plateadas, doradas y platino. Por lo demás, estos servicios se entienden como trámites con los que hay que cumplir para que los pesados de siempre no den mucha lata. Lo importante es que el centro luzca bonito. Y sí, el centro de Sevilla está precioso, imagino que como el salón de la casa de Zoido cuando tiene visita, pero ¡ay de quien quiera meterse en las habitaciones de la casa!

Lipasam ha quedado para rebañar las sobras de lo que otros ya se han repartido antes. Es triste, además, pensar que de todas formas los dueños de las furgonetas reciclarán bastante mejor que la empresa municipal; les va su beneficio en ello. Que se lo digan si no a los vecinos de la Alameda, que hace un tiempo ya denunciaron la inutilidad del servicio de recogida de residuos.

La desgracia para el servicio de limpieza municipal en Sevilla es que no tiene carácter religioso. No dudemos de que Zoido y su equipo mostrarían más interés si, en lugar de Lipasam, la empresa fuera una hermandad advocada a la Virgen de la Limpieza y al Cristo del Reciclaje. Sólo nos queda esperar que este año, que es de elecciones, los servicios públicos puedan retomar la gestión de residuos y que, en una ciudad absolutamente parada, la basura no se convierta en uno de los pocos negocios rentables.

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De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...