parody-17-08-16

Ayer soñé que el ser humano tenía que levantarse todos los días tempranito, que nos habían educado bajo la idea de a quien madruga Dios le ayuda, que debíamos estar la mayor parte del día de la mayoría de los días encerrados en habitaciones más o menos amplias produciendo trabajos que nos hemos inventado, y que por todo ello íbamos a disponer como mucho y con suerte de un mes para poder irnos a otro lugar atestado de gente y con las mismas incomodidades que sufrimos en la ciudad.

Me pareció bárbaro cómo podíamos caer una y otra vez en el mismo error, que cada verano experimentásemos lo mismo por no atrevernos a cambiar nuestros hábitos. Me pareció increíble haber ordenado el sistema socioeconómico de tal manera que sólo dispusiésemos de ese tiempo de asueto.

Menos mal que desperté, vi la realidad, y comprobé que somos perfectamente capaces de alejarnos de nuestra zona de confort para buscar alternativas veraniegas que nos hagan sentir más realizados, y que incluso el tiempo de relax podía llegar a ser mayor. Bueno, vale, quizás no.

El verano es la época del desenfreno, del “por fin tiempo para mí”, de la recompensa de un largo trayecto en forma de once meses de donación laboral por un sueldo que habitualmente no cubre todas nuestras necesidades (reales o ficticias). Fíjate si tiene que ser malo trabajar, que es la única actividad por la que nos pagan (en el mejor de los casos).

En fin, que mi sueño era cierto, todo un año de dedicación a una actividad laboral produce de media, porque así nos ha llegado de forma sobrevenida como un fenómeno meteorológico imposible de modificar, unos 22 o 23 días hábiles de vacaciones. Tenemos ante nosotros ese tiempo para escapar de las obligaciones, de los atascos, de las colas en supermercados, bares y eventos deportivos, de los debates contaminadores de la televisión, del mismo barrio, de la misma acera, de la misma rutina. En eso llevamos pensando desde septiembre, “qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones para poder hacer lo que me gusta”.

Pero lo cierto es que llegan, y después de analizar los pros y contras, por no arriesgar, elegimos el destino de siempre, aquel al que va todo el mundo. Las cifras de ocupación en lugares costeros rozan el 100% en toda Andalucía, dato que sin duda alegrará al sector turístico que se gana la vida con ello, pero que agobia al sector viajero, que ávido de desconectar y relajarse se encuentra con lo mismo que había tenido durante el año y de lo que había deseado huir: calles y plazas abarrotadas, tráfico y atascos, imposibilidad de aparcar, colas en restaurantes, peleas para poner la sombrilla. ¿Eran esas tus ilusiones cuando esperabas ansioso tu tiempo de ocio?
¡Ouch! Espera un momento, que pasa el cocacolero.

Buenos días, un par de cervezas y un coca cola pal niño.
—Eh, que iba yo, señor.
—No, no, estaba yo antes, que lo llevo persiguiendo un buen rato.
—A ver, ¡pónganse de acuerdo los tres!
—No, iba yo —dijo un cuarto.
—¡En cola todo el mundo!

A lo que me refería era… Qué buena está la cerveza… Esto… Sí, bueno, lo que quería decir es que es muy probable que merezcamos la extinción. Salud. 

Biólogo de formación con filósofa deformación, escritor, autor de la novela 'La soledad del escribido' y del blog 'Mi Mundo Descalzo', ha sido infectado por dos moscas ciertamente peligrosas: una,...