indignados

‘Perroflauta’. Ya son varias las veces que escucho esa palabra estas últimas semanas que como un chirrido se clava en mis oídos y entonces, compongo letra por letra, ‘Perroflauta’. Parece que ahora, en lugar de personas hay ‘perroflautas’ en las calles, en las plazas.

Y es que desde casa, todo se ve con otros ojos. Sacan a un grupillo bebiendo cerveza y ya se creen que ese es todo el movimiento. Pero el hablar por hablar, no es nuevo. Los españoles tenemos mucha tendencia a teorizar sobre todo lo que oímos, aún más, si no lo vemos.

El caso es que mientras me encontraba entre tanto ‘perroflauta’ (unas mil personas) gritando y levantando las manos en favor de aplausos, divisé a una señora con un bonito traje. Y digo señora, no precisamente por los saltos, gritos y su activa participación en el movimiento, sino por su avanzada y tierna edad.

Parece que los mayores han perdido el derecho a movilizarse con la misma fuerza que los jóvenes, y sin embargo, son los más participativos con la causa, los que tienen más experiencia, los que, cansados ya, salen a la calle para reivindicar por un futuro que ya no será tanto suyo, como nuestro.

Esta señora, con sus grandes lentes y su elegante traje, no paraba aplaudir y fotografiar todo lo que veía. Parecía incluso vestida para la ocasión. Bien peinada y perfumada florecía entre la multitud, su vitalidad y sonrisa, la colocaban en lo en lo más alto de la plaza. Y es que los mayores, que nos doblan o incluso nos triplican en edad, pueden, con sus corazones gritar más alto, y ser escuchados con más fuerza. Son pocos, pero también los hay.

Sin duda, es lamentable que los medios no saquen a la luz el esfuerzo que realizan estas personas, que no hablen de familias, que con sus hijos, van a luchar por un futuro digno. Que obvien a los pensionistas, parados, hipotecados… para en su lugar, infravalorar a un ‘grupillo de estudiantes’, eso sí, todos, ‘perroflautas’.

Pero la realidad es otra, y no queda muy lejos. Tan solo hay que mirar más allá de lo que nos ponen por delante, tan solo hay que salir a la calle y ver con los ojos. Tan solo hay que contemplar para luego juzgar, y eso, desde casa, es una utopía. Dejemos de hablar de ‘perros’ y de ‘flautas’, de ‘corbatas’ y ‘peinetas’, para hablar de realidades, como esa señora, y su bonito traje.

Paula Romero González