Hace unos días estaba mirando mi correo electrónico y me llamó la atención uno de esos anuncios pequeñillos de Google que te salen a la derecha. En él se anunciaba una empresa formada por finlandeses que llevan 20 años residiendo en la Costa del Sol y que se ofrecen como enlace entre la población escandinava, concretamente la finlandesa, y los hospitales de esa zona malagueña en cuestión. Es decir, ofrecen a la comunidad nórdica la posibilidad de acudir a hospitales malagueños para tratar sus asuntos de salud y de cirujía estética.

Marta Comesaña. La verdad es que el negocio es redondo. Muchos son los finlandeses que pasan sus vacaciones en Málaga. De hecho, muchos pensionistas tienen residencia permanente para huir de Finlandia durante el invierno. Sólo en Fuengirola hay 30.000 finlandeses viviendo de forma permanente, con su iglesia, su colegio y demás servicios acondicionados para ellos. En España esta comunidad cuenta incluso con una web con todo tipo de noticias, servicios y datos de interés, sobre todo españoles, pero también de índole finlandesa e internacional.

Por tanto, no sorprende la iniciativa de esta empresa. Qué mejor que aprovechar mientras pasas tiempo en España para hacerte los chequeos médicos o, viceversa, ya que necesitas un asesoramiento médico, qué mejor que en Andalucía, con sus playas, su buen tiempo, su clima,… para llevar a cabo el tratamiento o la intervención y su posterior recuperación.

Obviamente estamos suponiendo que todo se trata en el ámbito privado, no quiero pensar lo contrario: “excelentes resultados al mejor precio”, y tanto, ¿gratis? No, no, no quiero pensarlo…

Pero un tema lleva al otro y me acordé de un artículo publicado por Newsweek que colocaba a Finlandia en el puesto 17 a nivel mundial en cuanto a sanidad pública se refiere, frente al tercer puesto español. Y claro, sorprende como un país, puntero en todos los aspectos sociales, políticos y económicos, flaqueé tanto a nivel sanitario, siendo éste un aspecto tan básico. Pero así es. He estado preguntando un poco por aquí a la gente que conozco, tanto a finlandeses como a  extranjeros residentes aquí, y más o menos todos coinciden en que la sanidad pública finlandesa deja mucho que desear.

Para empezar, es pública pero no gratuita. Las consultas cuestan, por lo que sé, entre 10 y 20 euros, dependiendo del asunto y siempre que sea algo ‘leve’ intentarán arreglarlo a base de pastillas antes que hacer pruebas médicas de cualquier tipo. Si tienes tos, qué más dará que sea bronquitis, laringitis o faringitis, con antibióticos vas más que listo. Vamos, como decía una chica aquí, “sí, no está mal, pero parece que estén matando moscas a cañonazos”. Yo creo que no hay mejor manera para explicarlo.

Otra cosa bastante borrica son las listas de espera. Y no para acudir a un especialista, de eso sabemos mucho en España, si no para acudir al médico de medicina general. Si realmente crees que estás malo, lo mejor es acudir a urgencias, porque si no tendrás que estar esperando una media de tres semanas a ser atendido, ¡tres semanas! En fin, después de tanto tiempo la visita tendría que ser a domicilio porque ya me dirás…

Eso hace que urgencias esté colapsado, sobre todo en época de frío y que aquí se resume en 8 meses. Me contaba un amigo que tuvo que esperar 3 horas a ser atendido, mientras veía como al lado suyo un hombre estaba sangrando por un golpe en la cabeza. Cuando entendió que aquello era inaceptable, fue a poner una queja y únicamente le dijeron que tenía que esperar su turno y que, además, los niños tenían prioridad. Vale, yo entiendo lo de los niños, lo de los turnos, pero – y esto también va para las urgencias en España – , ¿no debería hacerse algo para evitar este tipo de situaciones?, distintas colas dependiendo de la gravedad, no sé. El caso es que así la cosa no funciona. En España porque la gente abusa de urgencias y en Finlandia porque la medicina general es lenta y se pasan a la vía “rápida”, reconvertida en vía extremadamente lenta.

Pero lo que más me ha llamado la atención es que varios (remarco, más de uno y más de dos), me han contado la historia de lo fácil que es que te den unos días de baja médica. He oído varias versiones, desde los que van fingiendo una tos y el médico ni siquiera se molesta en saber si es o no cierto y hasta un caso en el que un chico fue porque le molestaba mucho la garganta y, casi sin explicarse, ya tenía sobre la mesa la baja médica firmada. Lo gracioso de este asunto es que el chico insistía en saber qué tenía (menuda impertinencia la suya), hasta que le tuvo que soltar que era autónomo y que no podía tomarse la libertad de descansar esos días, por lo que la baja médica se la repampinflaba y realmente se encontraba mal. Fue entonces cuando el médico, ya convencido, tuvo que hacer su trabajo y reconocerlo. Ya ves, está claro que la gente del primer caso abundan y los médicos optan por ni siquiera preguntar que, obviamente, es lo más cómodo. Aunque, mira tú, ahora que lo pienso, todo esto me suena. Y, ciertamente, no les pega nada a los finlandeses esta actitud con lo honrados que son para otros menesteres.

En fin, que parece que manzanas podridas hay en todas partes y en este caso, además, da demasiado el cante.

www.SevillaActualidad.com