Ultimamente me estaba tomando la actualidad muy en serio y ese estilo desde luego no es el propio de la casa, así que a esto le tenemos que dar un giro ya mismo para no caer en una profunda depresión que desencadene en cometer locuras tales como ver la saga de Torrente al completo y de un tirón, o ir a un concierto de Amaia Montero.
Lo sé, el título de la columna no es muy esperanzador ni muy optimista, pero no se asusten, dicho encabezamiento viene a raiz de una cuestión que me planteaban ayer mismo, concretamente aquella de: -«¿Qué harías si mañana se acabase el mundo?»
Ante tal pregunta, uno se queda un poco descolocado, son muchas las cosas que se te vienen a la cabeza de golpe y muy poco el tiempo para realizarlas, el bloqueo es tal que a priori es complicado responder de golpe y porrazo, pero pasadas unas horas las ideas sobre que hacer al encontrarnos ante un evento de tal magnitud comienzan a fluir de manera imparable.
Creo que lo primero que haría de saber que el mundo se acaba dentro de 24 horas, sería madrugar y salir a la calle a las 8 de la mañana para ir haciendo cortes de mangas por todas las sucursales bancarias de la ciudad, sin dejarme ni una por detrás y siguiendo un estricto protocolo: abrir la puerta, dar los buenos días, sonoro corte de mangas, reverencia y volver a salir sin perder ni un ápice la compostura. De esta manera vería realizado mi sueño y el de miles de personas a las que les encantaría mostrar de esta manera su desacuerdo con la banca y sus responsables sinvergüenzas que no paran de mangonearnos.
Luego me dispondría a pasear y a disfrutar de la ciudad del color especial, recorriendo sus calles y hablando con su gente, pasearía por el río y me tomaría unas cervezas con los amigos sin preocuparme de nada más, sólo de sentirme vivo y de disfrutar de las pequeñas cosas que -como siempre digo-, hacen interesante nuestra existencia. Y así vería pasar las horas hasta que ese supuesto fin del mundo llegara, viviendo y dedicándome a ser feliz, disfrutando del momento sin agobios que valgan.
Por todo esto que estoy planteando, creo que no sería mala opción que cada vez que despertemos y abramos los ojos ante un nuevo día, nos planteáramos aquello de, ¿y si mañana se acabase el mundo? Seguro que conseguiríamos ver las cosas de otra manera, todo es probar.