Cuando el prestigio es incuestionable, se hace historia. No lo digo yo, por fortuna, si no los creativos de Rolex. Uno no es creativo porque no es capa de sintetizar tanto en tan poco, y de haberlo sido continuaría la sentencia con un ‘del ridículo o de la vida diaria’. La edad no es garantía de eficiencia, y la juventud no es seguro de innovación; se puede ser cretino siendo maduro y se puede tener tablas siendo un adolescente, claro que para eso último hay que vivir en una burbuja y eso es imposible y algo deleznable.

Lo bueno de salir tarde de trabajar cada día es que al hogar hay que ir a correr, lo malo que es que es necesario visionar los clásicos favoritos de cine para poder apagar la libido y endorfinas que no dejan dormir y que proporciona correr, porque si hablamos de correr hablamos de correr, running es un palabro inventado por cuarentones que se ponen a correr -y a moverse- por primera vez en sus vidas acabando con una erótica consecuencia por mor de la nueva costumbre con la que martillean sus cuerpos: prótesis de cadera. Somos humanos, qué vamos a hacer. Primero Johnny Guitar, ‘-¿A cuántos hombres has amado? -A tantos como mujeres tú has olvidado’. Y con dos frases ya tengo el salón bocabajo. Luego Lady Godiva of Coventry. De esta película gusta el detalle y la leyenda de la

Mujer desnuda a caballo que con su belleza deja ciego a quien se atreva a observarla, también los primeros pinitos en la gran pantalla de Clint Eastwood. Evidentemente el cine clásico tiene muchas cosas buenas, y una de ellas es buena también de la radio: todos acabamos dormidos soñando lo que vemos y lo que escuchamos.

Se sentó a tomar café conmigo con la tarde nublada, las nubes no eran los cumulo nimbos normales, más bien se identificaban en ese fondant que hace que una tarta de zanahoria sea tarta de zanahoria y una red velvet sea la mayor perdición, más perdición que un estornudo. ‘Tú corres por aquí, entre semana cada noche, los fines de semana los sábados. Yo también, solo nos diferencia que tengo una prótesis en la cadera y sé hasta cuando aguantaré. Tú -como todo joven- no sabes tu fecha de caducidad y ser inconsciente sobre ese momento es lo que acabará contigo, pero mientras sí y no celebrémoslo’. Me hizo recordar en ese momento lo que tantas veces me dijeron y me dicen: eres un hombre, Julio Cesar.

Algo así pasa con Beyonce Knowles. Mi querido Raúl Rodriguez, Isleño de sangre y de la capital por mor del oficio, no me perdonará esto, pero la verdad es imperdonable, qué se le va a hacer. Está

muy bien que digan que su impacto aumenta las visitas al Louvre, dicen esto además como si el Louvre hubiera estado en decadencia hasta que ella llegó a París, y es que el milenarismo de algunos escribientes les hace vivir ajenos a lo que siempre ha sido evidente: que Dios vive en el Louvre en forma de Victoria de Samotracia, y el lugar dónde vive Dios jamás será decadente.

Lo que me impacta de la tejana es una visita a un templo del marisco de Barcelona. No impacta la visita si no el durante. El caso es que, tan ancha, tiene la ocurrencia de maridar el marisco con Ketchup. Así. Yo soy el primero que encaja los espaguetis -en ocasiones, pocas- con ketchup, pero nunca tuve tan feliz idea. Si nunca tuve tan feliz idea fue porque no gusto del marisco, y -venga esos odiadores- no sé comer marisco. Por tal de evitar las risas acabo por no frecuentar el manjar.

El caso es que Beyonce es estrambótica, tanto como este país que nos da vida y nos acoge. No es frivolidad intentar maridar el ketchup con algo que no encaja: la carta del Botafumeiro de arriba a abajo. Es atrevimiento, jamas osadía, pues está bien imbricado en el carácter anglosajón esa máxima de Ask forgiveness, never permission. En cualquier caso, por si acaso, jamás pediría ketchup para maridar con nada fuera de mi casa, para experimentos están los laboratorios propios nunca los ajenos; pero llegado el caso, no debería ser esto tachado de frivolidad si no de algo estrambótico, necesario. No obstante, necesario es recordar siempre que Gianni Agnelli vestía el reloj siempre por encima de la manga de sus camisas y que siendo niño regaba el desayuno con champán junto a sus hermanas en Mónaco, aun así, a los Agnelli los recordamos por vivir deprisa, a Beyonce la recordaremos por su ligereza y descaro, ¿a caso no es lo mismo vivir deprisa que la ligereza?

Nacido en 1989 en Sevilla. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por la Universidad Loyola Andalucía. Forma parte de 'Andaluces, Regeneraos',...