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Lourdes Vidal es jurista y profesora de yoga en su propio centro Oyoga, situado en calle Curtidurías, donde ha puesto en marcha un programa especial de yoga para costaleros.

Es Lunes Santo a mediodía. El cielo está encapotado y el ambiente húmedo porque acaba de estar chispeando durante un par de horas seguidas. Varias cofradías sevillanas se están pensando si poner o no sus cortejos en la calle para procesionar hasta la Catedral, cumpliendo así su tradicional estación de penitencia. El desasosiego se apodera del mundo cofrade sevillano. ¿Podría hacer algo el yoga al respecto?

Sevilla Actualidad. ¿El yoga puede ayudar a los costaleros, a los penitentes, a los nazarenos y a los cofrades a soportar la incertidumbre de un día como hoy en el que por la lluvia quizás no salgan la mayoría de cofradías?

Lourdes Vidal. Indudablemente les puede ayudar, porque el yoga es un ejercicio de consciencia, con ese, que permite tener conciencia, sin ese, lo cual nos posibilita conectar con nuestra verdadera esencia. Es un proceso espiritual de conocimiento de uno mismo. El yoga ayuda a vivir la vida desde la calma: ayuda a que veamos la tormenta desde la calma.

SA. El eslogan de su centro Oyoga es “Un yoga de nueva generación”, porque está destinado para profesionales de hoy en día. ¿En qué momento se le ocurre preparar un programa de yoga para algo tan tradicional, de viejo abolengo, como es el mundo de los costaleros?

LV. El hecho de ser costalero implica un esfuerzo físico pero es también un ejercicio espiritual, como el yoga. Además, casualmente las dos tradiciones son muy antiguas y están muy bien conservadas, tanto el yoga como la Semana Santa de Sevilla. Es más, un costalero puede llegar a pasar 14 horas realizando su labor, entre el tiempo que pasa en las trabajaderas y los descansos, poniendo en marcha toda su musculatura. Y el yoga también trabaja los músculos profundos, intermedios y superficiales. Sotre todo el costalero tiene que tener muy bien trabajados los músculos profundos, que son los estabilizadores y los que evitan el dolor.

Con el yoga el costalero trabaja esos músculos profundos en cuello, hombros, abdomen, caderas, piernas y pies, y además trabajamos la alineación. El costalero tiene que tener una consciencia del cuerpo para evitar malas posturas o movimientos erróneos. Por otro lado, el yoga te da un control de la mente, porque enseña a observar la mente. Porque en un momento de estrés, cansado en las trabajaderas, con hambre y con tensión, el hecho de saber observar la mente y poder controlarla es un instrumento esencial para un trabajo que requiere tanta concentración. Por último, esa conexión entre cuerpo y mente implica poder respirar un poco más profundo de lo que normalmente lo hacemos, llegando así a ese espacio en el que cada uno puede encontrarse con su esencia, o con Dios.

SA. Debajo de los pasos, se escucha cómo los costaleros rezan juntos mientras realizan un esfuerzo físico tan grande. En el yoga se emplea también el físico para potenciar la espiritualidad. ¿Se podría afirmar que hay similitudes entre lo espiritual en yoga y la manera de conectar con lo espiritual de un costalero, que es cristiano católico?

LV. En las clases de yoga, poniendo el cuerpo en determinadas posturas se alcanza un centramiento de la mente, y centrando la mente se consigue calmar el cuerpo. Sabemos que el cuerpo y la mente están conectados. El señor de la mente es la respiración: si la respiración está calmada la mente también lo estará, y al revés. Por eso, gracias al yoga se llega a trabajar una concentración absoluta que lleva a mantener la mente en calma incluso cuando el cuerpo está cansado, como en el caso de los costaleros cuando cargan el paso.

Se trata de elevar el nivel de consciencia y observar que no somos la mente: y por tanto se puede ir más allá de ella y descubrir que nuestra perspectiva de la vida es mayor, que no somos esa imagen o ego que hemos creado de nosotros mismos. Ahí hay algo más, y eso se llama en yoga energía universal o lo absoluto, o se puede llamar Dios, como para el caso de los costaleros.

SA. El costalero reza mientras realiza un intenso ejercicio físico. El penitente camina descalzo y lleva un cinturón de esparto en muchas ocasiones. El yoga sin embargo cuida el cuerpo para a su vez cuidar la mente. ¿Es necesario castigar el cuerpo con intensidad física para alcanzar cierta espiritualidad, como suele suceder en Semana Santa?

LV. Para ser penitente o costalero hay que prepararse. Ellos no maltratan sus cuerpos porque en realidad se preparan para la ocasión. El error sería no prepararse para estar 14 horas debajo de un paso o caminando descalzo. El yoga cuida el cuerpo porque para tener un estado de centramiento de la mente el cuerpo tiene que estar cuidado. Ya lo decían los griegos: mens sana in corpore sano.

Por eso el yoga es muy recomendable para los costaleros, porque permite conseguir un estado de consciencia tal que consigue cortar el vínculo que hay entre la sensación de tu cuerpo y el juicio que hace la mente de esa sensación de dolor y cansancio. El yoga te permite distanciarte y convertirte en observador, te hace ir más allá de la mente. Por eso el yoga también te permite observar el cuerpo para no hacer más de lo que realmente tu cuerpo puede hacer, para no llevarlo al máximo esfuerzo y enfermar.

SA. En Oyoga acercáis el yoga oriental al modo de vida occidental, de ahí lo de “Un yoga de nueva generación”. Tras este primer acercamiento con éxito al mundo de los costaleros, ¿habéis planteado llevar el yoga cerca de otra realidad de esta tierra?

L.V. Tenemos planteado un programa, y estamos hablando ya con las hermandades, para preparar a los rocieros para el Camino. Queremos desplazarnos a las paradas del Camino del Rocío para hacer yoga. Porque cuando haces tantas horas de Camino tienes que tener preparada la musculatura, tienes que tener conciencia de las posturas y de cómo se está caminando. Creemos que es muy interesante, porque no se puede estar todo el año sentados en la oficina ocho horas diarias y luego, de golpe, plantearte andar durante varios días para ir al Rocío. Eso es una barbaridad.