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Los refranes populares son una parte intrínseca de la cultura y la historia de un pueblo. Estas expresiones breves y cargadas de significado a menudo tienen raíces históricas que las hacen aún más fascinantes. Uno de los refranes más conocidos en el ámbito hispano es «Quien se fue a Sevilla perdió su silla». Esta frase se utiliza cuando alguien se ausenta de un lugar y luego quiere reclamar su posición, pero esta ya está ocupada por otra persona.
El origen de esta expresión la cuenta a través de un hilo de Twitter José Ángel Ríos, conocido usuario de la red social por sus interesantes posts sobre curiosidades e historias sobre la ciudad de Sevilla. Según cuenta José Ángel en su hilo, la historia que dio lugar al refrán se remonta al año 1460, en el contexto del reinado de Enrique IV de Castilla, quien era hermano de Isabel la Católica. En ese momento, el arzobispado de Santiago de Compostela estaba en manos de Alonso II de Fonseca, quien a su vez era sobrino del prelado de Sevilla, Alonso I de Fonseca.
La situación en el reino de Galicia era sumamente inestable debido a disputas territoriales, y ambos Fonseca llegaron a un acuerdo para intercambiar sus sedes arzobispales con el fin de restablecer la paz en la región. El tío, Alonso I de Fonseca, tenía una vasta experiencia en asuntos eclesiásticos y se trasladó a Santiago de Compostela, mientras que su sobrino, Alonso II de Fonseca, partió hacia Sevilla.
Sin embargo, cuando Alonso I regresó a Sevilla después de haber cumplido su misión en Santiago de Compostela, se encontró con una situación que no había anticipado. Su sobrino, Alonso II, se negaba a abandonar la silla arzobispal de Sevilla y no tenía intenciones de marcharse de la ciudad. Esto dio inicio a un tenso enfrentamiento entre los dos Fonseca.
Alonso I de Fonseca, ahora desplazado de su posición en Sevilla, recurrió al rey Enrique IV y al mandamiento papal de Pío II para resolver el conflicto. Esta disputa llegó a su punto más álgido y, lamentablemente, se tradujo en el ahorcamiento de algunos partidarios en medio de la tensión reinante.
El conflicto entre los Fonseca en Sevilla dejó una huella imborrable en la historia y en la lengua española. La expresión original, «Quien se fue de Sevilla perdió su silla», ha perdurado en el tiempo y ha dado lugar a variaciones regionales, como «Y quien se fue a Aragón la encontró», «Quien se fue a Jerez la perdió otra vez», «Quien fue y volvió a garrotazos se la quitó» o «Quien fue a Morón encontró su sillón».