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El origen del famoso roscón de Reyes nada tiene que ver con el cristianismo y la llegada de los tres Reyes Magos a Belén. La historia de este dulce se remonta a la época romana y a una tradición extendida entre los trabajadores del campo. Los jornaleros celebraban una fiesta en diciembre conocida como Las Saturnales para conmemorar el nacimiento de un nuevo periodo y el final del duro trabajo en el campo.
En esa época se empezaron a elaborar una tortas redondas adornadas con higos, dátiles y miel y que se repartían entre los trabajadores por el trabajo bien hecho. En el siglo III se introdujo la tradición (extendida hasta nuestros días) de esconder un haba seca en el dulce. Este fruto era símbolo de prosperidad y el esclavo que la encontraba quedaba libre durante Las Saturnales.
Ya en el siglo IV la iglesia convirtió en cristianas estas celebraciones y la historia del roscón quedó olvidada, excepto en Francia. Allí comenzó a celebrarse Le Roi de Fave (el rey del haba), una fiesta en la que los niños eran los protagonistas y quien encontraba el haba era elogiado con regalos. El rey Luis XV recuperó la tradición del roscón escondiendo una moneda dentro. Su tío, Felipe V, fue el que introdujo la tradición en España, siendo este periodo cuando el roscón se unió a la entrega de regalos, poniendo fin a la Navidad.
En el siglo XIX, la moneda que se introducía se cambió por una figurita y el haba se volvió negativa. La persona a la que le toca es la encargada de pagar el siguiente roscón.