Sevilla se reencontró este jueves con el Corpus Christi en las calles dos años después, ya que en 2023 la lluvia frustró el recorrido tradicional de la procesión y el Cabildo Catedral, ante las adversas predicciones meteorológicas, acordó celebrarla en el interior de la seo. Nada que ver, por tanto, con el pronóstico de la Aemet previsto para esta jornada, con aviso amarillo por altas temperaturas y el mercurio rondando los 37 grados. La procesión coincide con la festividad de San Fernando, por lo que tan solo horas después, los munícipes que participaron en la misma asistieron en Fibes a la entrega de las medallas de la ciudad.
Como marca la tradición, los niños carráncanos abrieron el desfile del Corpus, Fiesta Mayor de la ciudad, que preceden al guion de la Hermandad Sacramental del Sagrario y las corporaciones de gloria por orden de antigüedad. Representaciones de todas las hermandades sevillanas anteceden a la custodia de Arfe, que porta a Jesús Sacramentado en un recorrido con aromas de juncia y romero y cuyo cortejo inició su andadura por la Puerta de San Miguel poco antes de las 8:30 horas.
Los pasos de Santa Ángela de la Cruz, de las santas Justa y Rufina, San Isidoro, San Leandro, San Fernando -obra de Pedro Roldán, en la que aparece portando la espada y ataviado con un manto de armiño-, la Inmaculada Concepción, el Niño Jesús y la custodia pequeña de la Santa Espina, precedieron a la Custodia, que fue escoltada por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses, y los obispos auxiliares, Teodoro León y Ramón Valdivia; junto a ellos, autoridades municipales, provinciales y militares forman parte del nutrido y colorido cortejo.
Un desfile cargado de historia
Se trata de un desfile singular, con un protocolo cargado de historia. Las hermandades de penitencia se suceden hasta el paso del patrón de la ciudad, tras el cual desfiló la banda municipal, los miembros de las órdenes militares y el Ateneo, entre otras representaciones. Detrás de la Inmaculada -atribuida a Alonso Martínez, en el siglo XVIII- fueron las insignias basilicales de Sevilla, los miembros de la Asociación de Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando y de la Sacramental del Sagrario.
Las delegaciones diocesanas también estuvieron representadas en este cortejo eucarístico. Lo hicieron tras el paso del Niño Jesús, obra de Martínez Montañés (1606) junto a Cáritas Diocesana, el Seminario o las comunidades religiosas. Tras la ‘custodia chica’ desfilaron los miembros del Tribunal Eclesiástico, el clero secular, la curia diocesana, los niños seises y la Real Maestranza de Caballería. Los canónigos fueron quienes precedieron al Santísimo en una procesión que regresó a la seo hispalense por la Puerta de Palos poco antes de las diez. Previamente, se había celebrado la Eucaristía que presidió monseñor Saiz Meneses en el altar del Jubileo.
Hiniesta Gloriosa y Sagrada Cena
La jornada se completó con dos cortejos históricamente vinculados a la celebración eucarística. Por un lado, el de la Hiniesta Gloriosa, patrona del Ayuntamiento, que este año además conmemora medio siglo de su coronación canónica. Por otra parte, el del Señor de la Sagrada Cena, sobre el paso del Cristo de la Humildad, que conforma en sí mismo un altar que se instaló durante la procesión del Corpus en la puerta lateral del Arzobispado.
En cuanto a las portadas del Corpus Christi 2024, están inspiradas en la puerta de San Fernando de la Catedral y en la fachada de la capilla del Baratillo en conmemoración de los 775 años de la reconquista de la ciudad y la Coronación Canónica de la Virgen de la Piedad de la corporación del Arenal.
La altura de ambos pórticos superan los 15,15 metros, mientras que la anchura ronda los 8,5 metros. En la que mira a Sierpes, se ha recurrido a los distintos elementos que componen la pequeña capilla de la calle Adriano para formar su base arquitectónica y su decoración artística. Así, los colores predominantes son el beige claro, el rojo almagra y una selección de distintos azules, con el escudo de la hermandad luciendo en la parte central.
Las portadas estuvieron acompañadas de guirnaldas de flores decoradas con panes y racimos de uvas, tan representativas de la festividad que se celebra, lo cual le aporta frescura y movimiento al conjunto de las portadas.