Situada en la barriada de la Plata, del distrito Cerro-Amate al este de la ciudad y con CP 41006, discurre paralela a la calle Ingeniero de la Cierva y se encuentra comprendida entre la calle Copérnico donde empieza y Joaquín Sorolla donde termina, siendo rotulada en 1968 a modo de reconocimiento a este humanista y filósofo español.
Juan Luis Vives (1492-1540)
Nacido en Valencia el mismo año en el que Cristobal Colón llega a América, y aunque estuvo ignorado durante siglos, en la actualidad sabemos que perteneció a una familia de judeo-conversos, tanto de ascendencia paterna como materna, que en gran parte fue perseguida por el Santo Oficio, siendo sus padres quemados y los bienes de la familia confiscados, lo que los dejó en la más absoluta pobreza. Una familia de antiguos judíos que se habían convertido al cristianismo a raíz de los decretos de expulsión y conversión forzada de los Reyes Católicos pero que, aun conversos, mantuvieron en secreto sus prácticas religiosas y fueron acusados de “manchar” la fe cristiana; de hecho, un tío suyo ocultaba una sinagoga en el domicilio familiar. Unos años oscuros estos, a consecuencia del origen familiar, que sin duda influyeron en su vida pues, tras estudiar en la Universidad de Valencia marchó en 1511 a París para nunca volver a España.
Periplo europeo: París, Flandes
En París se educó entre los maestros nominalistas y estudió en los colegios de Beauvais y Montaigu, por cuyas aulas también pasaron Erasmo, Calvino o Ignacio de Loyola, y donde pronto disintió de la degeneración de la escolástica, cuando la distinción entre lógica y metafísica había ya desaparecido. Motivo por el que en 1512 se traslada a Flandes (actual Bélgica), donde fue profesor de la Universidad de Lovaina, decantándose por apoyar el colegio trilingüe (hebreo-griego-latín) fundado por Jerónimo de Busleyden y dedicado al estudio comparativo de los textos bíblicos. En esta época entabla una estrecha relación con Erasmo de Rotterdam que lo implica en la edición de las obras de San Agustín encargándose de revisar y comentar La Ciudad de Dios, que posteriormente sería retirada por algunas frases de marcado carácter erasmista. Para algunos exégetas este estudio es el primer acercamiento moderno a la historia de la filosofía, y por supuesto que nuestro valenciano asiste en primera fila a las violentas luchas de los teólogos conservadores contra los humanistas.
Periplo europeo: Oxford, Brujas
Durante este tiempo mantiene contacto intelectual con Tomás Moro que le llevó en 1523 a enseñar en la Universidad de Oxford, el centro progresista del Renacimiento inglés y donde ostenta una cátedra desde la que defiende la gramática, la poética y la retórica contra el lenguaje abstracto de los escolásticos. Una docencia que compagina, por orden de Enrique VIII, con la labor de ser preceptor de la princesa María Tudor y lector de la reina Catalina de Aragón, a la vez que actúa de consejero en la Corte inglesa, siempre del lado de la reina y en pos de la convivencia pacífica entre España e Inglaterra. Al plantearse la cuestión del divorcio real en 1527, al igual que Moro, se opone al mismo poniéndose de parte de Catalina, pero sin atreverse a dar la cara contra Enrique, su mecenas por otro lado, por lo que tuvo que regresar a Brujas en 1528. Una ciudad en la que vive los últimos doce años de su vida -llega a considerarla como su propia patria- en compañía de su esposa Margarita con quien se había casado en 1524 durante su estancia en Inglaterra, y donde escribió tres de sus obras más importantes De disciplinis, De ratione dicendi y De anima et vita.
Un humanista afable
Y en Brujas murió de un proceso reumatoide el 6 de mayo de 1540, quien fuera uno de los personajes claves del humanismo europeo y reformador de los ideales educacionales. Su influencia sobre la Europa del Renacimiento fue tal que a él acudieron a consultarle los más influyentes artífices de la Reforma protestante y de la Contrarreforma católica; también fue tutor y educador de muchos nobles que ocuparon puestos de responsabilidad en la monarquía de Carlos V.
Le digo lo de humanista amable porque de sus escritos se desprende una magnífica idea, la de no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos, en realidad una herencia del escepticismo antiguo que defendía la mesura frente al conocimiento acumulado. En su opinión nada, ni nadie, es más, de modo que la dialéctica “no es más” que otras disciplinas como la medicina o la retórica, ni la experiencia no es menos que la teoría. El valenciano tenía en gran estima el consejo de su amigo Tomás Moro, ‘Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse’. (Continuará)