La capital uruguaya celebró este fin de semana la séptima edición de la Feria de Abril con la participación de numerosas escuelas de flamenco. Los coloridos trajes de volantes, los bailes por sevillanas y cantes flamencos característicos de la feria cruzaron el charco para llenar de duende una plaza céntrica de Montevideo.
Juan C. Romero. Si esperaba encontrar algunas casetas o manchar sus zapatos de albero en estas latitudes se equivoca, pero quién sabe, todo se andará. De momento van por buen camino. La plaza Liber Seregni, próxima a la avenida 18 de julio en el centro de Montevideo, acogió este fin de semana la séptima edición de la »Feria de Abril y Tablao Flamenco» de Uruguay. Organizado por el Centro Cultural de Arte Flamenco ‘Duende y Compás’, el evento reunió a los principales artistas y grupos de la escena flamenca del país austral, donde el flamenco goza de gran reconocimiento.
La feria se presenta como una exposición con actuaciones de grupos de cante flamenco y de las escuelas de baile de los barrios de Montevideo. Diversos stands dan fe con fotografías y trajes de flamenca de la infinidad de actividades y shows que las asociaciones y escuelas desarrollan a lo largo del año. Los artesanos aprovecharon la cita para presentar y vender sus trabajos, así como alguna de las escuelas ofrece sus manualidades para ayudar a financiar las actividades.
A pesar del tiempo, todavía desapacible en esta primavera que apenas comienza, a lo largo de dos tardes de feria no faltaron muchos de los ingredientes de la fiesta más internacional de Sevilla, que tomaron protagonismo junto al mate, la infusión por autonomasia de esta tierra, que se pasaban entre amigos los asistentes.
Así, por el tablao de este particular recinto ferial pasaron cientos de personas, en su mayoría chicas muy jóvenes, ataviadas con el característico traje flamenca, dando cuenta de su aprendizaje en las escuelas flamencas que minan los barrios de la capital gaucha. Las más pequeñas lo dieron todo por sevillanas y rumbas, mientras otros grupos con más experiencia y tablas se animaron también por alegrías y bulerías. Demuestran lo universal de un arte que no sabe de fronteras.
De las más aplaudidas fue la actuación del grupo flamenco ‘Cardinales’. Este grupo recibe el nombre de un poema del célebre escritor Mario Benedetti «y hace alusión a cuatro bailes flamencos, a cuatro sentimientos», señala Beatriz Villalba, la cantaora. Con sus sones gitanos al compás de la guitarra, de la caja, de las palmas y del zapateo flamenco de Romina Patiño, la bailaora, el grupo apuntó maneras ante un público siempre acogedor y abierto a disfrutar del ambiente de feria.
Por más que su acento remita claramente a Sevilla, Beatriz Villalba, nació en Uruguay. Si bien su familia es natural de Utrera, y vivió unos años en Morón de la Frontera. De vuelta a casa, pasea su arte por los tablaos uruguayos, da clases de cante y baile, y organiza shows flamencos, muy celebrados también en Punta del Este, una de las ciudades-balneario más importantes de Suramérica.
En síntesis, la feria de Montevideo supone una excusa perfecta para reunir durante dos jornadas a representantes del flamenco en sus diversas facetas -que ya normalmente dinamizan con sus espectáculos las noches rioplatenses-, y se muestran entusiastas en el propósito de transmitir a sus compatriotas el sentir que llevan dentro.