Abstracta en exceso resulta ‘En construcción, dentro de la voz’, obra de El Punto! Danza Teatro que firma en concepto y dirección Fernando Lima, sobre el escenario interpretando junto a Valentín Sánchez (reestreno el pasado fin de semana en el Teatro Central).


Miguel Ybarra Otín
. Los dos bailarines, en un espacio sonoro de sonidos, ruidos y música, realizan un trabajo tan abierto a la interpretación como difícilmente interpretable, precisamente como en construcción. Porque si cualquier hecho o acción se culmina en el interior de cada espectador, esto ocurre de forma muy clara en una obra de danza / teatro, y es llevado al extremo en ésta misma que nos ocupa.
“Plantear un espacio en construcción como metáfora del crecimiento individual. Ese ha sido nuestro punto de partida”, explica el texto introductorio. “Poner en el tablero dos hombres que se enfrentan a sus contradicciones”, continúa.
Y el espectáculo nos habla de soledad, de acercamiento, de convivencia, quizás de distintas formas de entender la vida -ambos bailan de maneras tan diferentes en el mundo aparte en que sus respectivos auriculares les sitúan-. Estas cuestiones son simplemente esbozadas. Sin mayor profundización.
Antes de ello los bailarines se han mirado y se han escondido utilizando unas tablas de madera que, más adelante y con bonitos juegos de luces y sombras, sirven para regalarnos los pasajes de más belleza del espectáculo.
Pero mientras todo el discurso sigue, no muestra una línea definida, o al menos clara: acaso las palabras de Kafka que a mitad lee Valentín sean simplemente una pista del aire abierto y muy libre de la obra: “¡Ay! -dijo el ratón-, el mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan amplio y era feliz de poder ver, al fin, en la lejanía, muros a derecha e izquierda, pero esos muros tan largos comenzaron a cerrarse con tal rapidez, uno detrás de otro, que ya me encuentro en la última habitación, y allí, en el rincón, está la trampa en la que caeré. -Solo tienes que cambiar de dirección- dijo el gato, y se lo comió”.
Si estas palabras señalan dos tristes finales, pueden también interpretarse así los rinocerontes proyectados: quizás los de Ionesco, quien con ellos hacía también referencia a ciertas contradicciones del hombre y a su propia identidad.
Pero de manera muy poco clara se plantean cuestiones en ‘En construcción…’, y -siguiendo con Ionesco- si el dramaturgo dudaba del poder comunicativo del lenguaje, la comunicación entre artistas y público en este espectáculo también resulta pobre.
No se observa una evolución respecto a ese “crecimiento individual” planteado en el texto. No se profundiza porque tampoco se muestra cuáles son esas “contradicciones” a las que se enfrenta, ni cómo se afrontan. O al menos -más allá de las antes citadas soledad y convivencia (huevos fritos en directo)- toda la dialéctica queda como un auténtico jeroglífico que no por lo abstracto decepciona (cuánto y qué bien puede comunicar Rothko), sino que tampoco estéticamente maravilla.

www.SevillaActualidad.com