A media hora de Sevilla se encuentra el Palacio de Gandul, un desconocido tesoro patrimonial construido en el Siglo XVII y perteneciente a una familia de marqueses. Se trata de un Bien de Interés Cultural. Es el edificio más conocido de una antigua villa, actualmente despoblada, llamada Gandul. Esta edificación, habitada actualmente por los marqueses, se ha abierto al público por primera vez en su historia a través de unas visitas teatralizadas. Hasta ahora, el palacio se había mantenido cerrado, al ser de titularidad privada.
Se trata del único edificio habitado de la antigua villa de Gandul y solo podía observarse desde la distancia. De hecho, para poder conocerlo por dentro, habría sido necesaria una invitación por parte de sus propietarios. Sin embargo, algunos visitantes tendrán la ocasión de acceder al desconocido interior de este palacio, repleto de historia, a tan solo diez minutos de Sevilla.
Próxima visita
La empresa Engranajes Culturales, especializada en actividades y visitas a enclaves históricos o patrimoniales, llegó a un acuerdo con los propietarios del palacio para organizar esta guía. El 16 de septiembre ya se llevó a cabo una visita teatralizada, que se organizará de nuevo el 20 octubre. Con una duración de 90 minutos, la actividad incluye información, actuaciones y danza contemporánea en directo.
Varios actores interpretan un variado elenco de personajes: el escritor estadounidense Washington Irving, unos cómicos del siglo XVII, una musa, un carcelero, una labradora y un bailarín. La actividad se estructura en torno a seis micronarraciones de unos 15 minutos cada una, desarrolladas en los distintos espacios de Gandul.
En el Palacio de los Marqueses se puede acceder a los patios, a las estancias y salones interiores principales, a los sótanos y a los jardines que lo rodean. Como elemento de ambientación se utilizan candiles para iluminar el trayecto por Gandul, ya que la visita se realiza después del atardecer.
El punto de partida es el patio renacentista del palacio, desde el cual los visitantes pasan a sus salones nobles. La labradora guía a los visitantes por los sótanos y galerías, donde se puede conocer el importante papel agrario que tuvo Gandul en su pasado, como se puede observar en los restos de los molinos del poblado. En la Plaza de Toros tiene lugar el espectáculo de danza contemporánea y, justo después, la musa interpreta canciones y poemas en el camino a través de los jardines. El trayecto por el resto de la villa se realiza junto con el carcelero.
La antigua y despoblada villa de Gandul
En el antiguo poblado pueden encontrarse construcciones como la Iglesia de San Juan Evangelista. También destaca la cárcel, que fue utilizada como Ayuntamiento, y una estación de ferrocarril en ruinas. Solía haber tres molinos, pero dos de ellos se han derrumbado. El Palacio de los Marqueses de Gandul es un edificio protobarroco, situado en una ladera y rodeado por jardines. Tuvo épocas de decadencia, concretamente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando dejó de utilizarse como residencia, antes de que fuera rehabilitado dos siglos después. También fue criticada una restauración realizada en los setenta, cuando se cambiaron las cubiertas de teja por azoteas, cambiando la forma del palacio.
La historia de Gandul sigue presente en la actualidad de formas particulares. Muchas localidades cercanas aún mantienen calles con el nombre de «Gandul», ya que eran los caminos que solían dirigirse hacia este poblado. El apellido Gandul es otro vestigio, especialmente común en Alcalá de Guadaíra. Sin embargo, es en la literatura donde este despoblado ha dejado mayor marca. El pan de Gandul era tan célebre que fue utilizado por muchos autores. Algunas de las plumas que escribieron sobre la exquisitez de los «panes», «roscas» u «hogazas» de Gandul fueron Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Además, Washington Irving describió la villa en Cuentos de la Alhambra, al haberse alojado en la posada en su camino desde Sevilla hasta Granada.