La jornada que no llegó a existir también tiene sus pinceladas, por raro que parezca. Subjetivamente, como lo son estos escritos, era mi jornada, la de mi hermandad, la que no existió como dije, pero la que vivimos muchos, porque esto al que le toca, le toca…
Las madres del Cerro, como hicimos todos, no echaros cuenta a los malos augurios y prepararon sus bocadillos y demás avíos este Martes, como cada Martes, aunque hoy no salieran del barrio finalmente.
Ver a un par de músicos derramando lágrimas llega a impresionar. La banda se estrenaba en la cruz de guía, y desconozco la vinculación con la hermandad si es que la hay, no sé qué motivaba las lágrimas, pero me impresionaron.
Ayer Lunes, un corresponsal del New York Times entrevistó a cierta nazarena que hoy debía haber hecho por primera vez en la semana su Estación de Penitencia. Ardo en deseos por ver la publicación americana, pero no se engañen, es una gran mujer muy sencilla, en este medio nos adelantamos al titán estadounidense y ya contamos con ella hace tiempo.
Destapar tu voto de calidad para abrir la puerta y volver a cerrarla, sólo demuestra una cosa, nos hemos perdido en pronósticos y datos, olvidando asomarse a la ventana, que es un método muy antiguo y más eficaz de lo que parece.
Sin ir más lejos, a la misma hora que la cruz de guía del Dulce Nombre cruzaba la puerta de San Lorenzo, una vecina de la calle Trajano comentaba que le parecía una locura aquello porque veía acercarse nubes con muy mala pinta…. Casi un flash del 2009.
Si has preparado una petalada y ya no vas a poder emplearla en lo pensado, se la arrojas a la banda que se retira, gesto raro pero bonito, algo surreal pero lo dicho, bonito.
Nazarenitos celeste y crema revoloteaban por la casa donde empezó todo, la vieja casa réplica de la de aquél Pretor que se lavó las manos dando origen la muerte a un Dios de carne y hueso, donde empezó todo doblemente, ya que allí nació el origen y germen de nuestra Semana Grande. En ese doble sentido de estos días, esos pequeños cofrades no acababan de entender porqué iban a volver a casa tan pronto hoy.
Y yo que desconfiaba de Santa Cecilia reconozco que suena muy bien, tanto que merece una escucha o dos para constatarlo.