Es absurdo desgranar las últimas jornadas, puede que incluso sea doloroso. Las hermandades son todo el año, la cofradía sólo es un día de ese año, pero… ¡qué pena ha sido que tantas hermandades se vean privadas de ese día!
El Viernes la esperanza era baja, la lluvia la emborronaba. Se anunciaba un claro que nunca llegó, un claro que permitiría salir a las últimas del día, un claro que iba a darnos un respiro, un momento de Tejera y Margot, una saeta del Sacri a una Cruz de Guía por la Costanilla, unas campanadas del nuevo Muñidor… Pero no pudo ser.
La lluvia, loca, desordenada y feroz nos desordenó el día y casi nos vuelve locos. Yo notaba el desánimo en mis amigos, mi familia, en mí misma; y parecía que todos nos agarramos al clavo ardiendo del Sábado que se presentaba indulgente, como el Lunes o el Miércoles Santo.
Amaneció claro, con un tímido rayo de sol que pedía perdón por los días pasados, o eso pensaba yo. Que equivocación tan grande pensar eso.
El resto lo sabrán, El Sol refugiado en la Catedral, la Trinidad volviendo sobre sus pasos, Servitas, Soledad y Santo Entierro permanecieron en sus casas. Adiós al Sábado Santo.
Increíble el rapapolvo del Hermano Mayor de la Soledad de San Lorenzo a los nazarenos allí presentes, recordando que no veía tanta afluencia de personas en los cultos. No digo que tenga o deje de tener razón, pero me pareció tremendo el momento.
El Sol volvió a su casa, ya que según dicen, permanecer en la Catedral hasta hoy, cuando el tiempo era algo más tranquilo, no iba a ser del todo posible según instancias de Palacio y ya se sabe que donde hay patrón…
Por cierto ¿nadie ha pensado que Antonio Delgado es gafe? No hablo ni cuestiono su capacidad como meteorólogo, sólo digo que intervenciones en el Dulce Nombre, Los Javieres o Monte-Sión dan que pensar a quién siguió las decisiones de estas cofradías, que si bien no salieron, albergaron durante mucho tiempo la esperanza de hacerlo mientras ese claro prometido no llegaba. Aunque no puede olvidarse que la responsabilidad última es de quien toma la decisión, no de quien asesora.
Y puede que como la perfecta alegoría de esta semana fatal, como el fin de la Pasión y Muerte, sea justo que el Domingo el tiempo diese una tregua y la Aurora de la mañana trajera la Resurrección, anunciando la Gloria divina, el desenlace de todo esto.
Ahora sólo queda esperar, será arduo. Nos queda menos de un año, y sólo podemos esperar que este triste record que hemos vivido esta semana nunca se repita, y podamos contarlo a generaciones venideras como algo anecdótico.