Galardonada el pasado noviembre con el Premio Nacional de Teatro, la compañía jerezana La Zaranda ha traído al Lope de Vega ‘Nadie lo quiere creer’, una obra cómica en la que -interpretando personajes oscuros y apagados- brilla el reparto.
Miguel Ybarra Otín. Tres actorazos. Magníficas escenografía e iluminación. Demasiado plano el texto. Rompedora la concepción. La obra es como un cuadro: traza las líneas de una situación, recrea una atmósfera en la que tres vidas se van apagando, una de ellas más rápidamente: esperan las otras la herencia y en torno a esto, sin mayor historia, firma Eusebio Calonge un texto lleno de humor negro y que es llevado a escena en un andaluz cerrado.
Entre la oscuridad de las tablas se ilumina el pequeño mundo, viejo y polvoriento, de ‘Nadie lo quiere creer’: con poco más que unas sillas y unos ventiladores de mucho encanto interactúan Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos, ataviados con tonos grises y marrones para sus esperpénticos personajes.
Con ellos ofrece risas la función, pero el cuadro es el mismo conforme pasa el tiempo y poco cambia: es reflejo de esas vidas, pero se torna tedioso y anhela un giro, una sorpresa, algo que esas vidas ya no nos pueden dar.