Lápida en Puerta Jerez. José Ángel Ríos

En el corazón de Sevilla, donde la historia se entrelaza con la modernidad, y las antiguas leyendas todavía susurran en las esquinas adoquinadas, existe un rincón que se alza como testigo silencioso de los tiempos pasados. En la confluencia entre la Puerta de Jerez y la calle Maese Rodrigo, un lugar donde la vida contemporánea fluye sin cesar, se encuentra una lápida con una historia que se remonta siglos atrás.

Tal y como cuenta el periodista José Ángel Ríos a través de un hilo de Twitter, esta lápida fue en su día el umbral a través del cual los visitantes y ciudadanos accedían al recinto amurallado de Sevilla. Sin embargo, su destino fue alterado drásticamente en 1846 cuando fue derribada. No obstante, su legado fue preservado, y hoy, no se encuentra a simple vista; se necesita un ojo observador y una mirada curiosa para descubrirla incrustada en la segunda planta, sobre los balcones que flanquean la esquina.

La lápida data de 1576, y en ella se rinde homenaje a tres figuras cruciales en la fundación y la historia de Sevilla: Hércules, Julio César y San Fernando. Su lectura puede resultar un desafío desde la acera, pero su mensaje es profundo: «Hércules me edificó, Julio César me cercó de muros y torres altas, y el Rey Santo me ganó con Garci Pérez de Vargas». Estas palabras enigmáticas trascienden el tiempo y transportan a épocas antiguas:

Hércules: El héroe mitológico que, según la leyenda, fundó Sevilla. Sus hazañas heroicas se entrelazan con la fundación de la ciudad y añaden una dimensión mágica a su historia.

Julio César: El emperador romano que, en su tiempo, transformó la antigua empalizada en una estructura de murallas y torres altas. Sus reformas dotaron a Sevilla de un nuevo esplendor y una arquitectura imponente que aún perdura.

San Fernando: Conocido como el Rey Santo, este monarca católico conquistó la ciudad en 1248. Su victoria marcó un hito en la historia de Sevilla y estableció las bases para su posterior desarrollo.

Pero, ¿cómo llegó esta lápida a su ubicación actual en la esquina de Puerta de Jerez y la calle Maese Rodrigo? La respuesta lleva a la década de 1970. Aunque pasó bastante desapercibida durante siglos, finalmente fue reinstalada en ese punto, recordando la leyenda y la historia de Sevilla.

Hoy en día, esta inscripción es más que una simple piedra tallada; es un recordatorio tangible de cómo el pasado y el presente de la ciudad están intrincadamente vinculados. En medio del bullicio de una Sevilla contemporánea, sigue siendo un faro que nos guía hacia las raíces de esta ciudad, hacia sus héroes y sus conquistadores, y hacia la rica trama de historias que han dado forma a su identidad única a lo largo de los siglos.