José Antonio Francés posando con su nuevo libro «Ríete de la lengua» / Francisco Amador
José Antonio Francés posando con su nuevo libro «Ríete de la lengua» / Francisco Amador

«La risa y el entretenimiento son herramientas que utilizo para alcanzar mis objetivos en clase» cuenta José Antonio Francés. Él, además de ser profesor de Lengua Castellana y Literatura desde hace 20 años, es un autor muy prolífico, con más de 10 novelas publicadas y «hasta diccionarios». Para su nueva obra, Ríete de la Lengua, ha querido juntar ambas pasiones para sacar una gramática del lenguaje explicada a través de chistes. Ideado para distintos tipos de lectores, el libro aborda los conceptos básicos de la lengua y los explica con humor, de forma divertida y accesible, convirtiéndolo de mucha utilidad para aplicarse en las escuelas, como él hace en el Buen Pastor de Sevilla.

Hoy se ha sentado a hablar con Sevilla Actualidad para explicar cómo ha sido la tarea de encontrar los chistes adecuados para cada lección, hacer un repaso de la evolución de la educación en los últimos años y desvelarnos sus próximos trabajos.

-¿Cómo se le ocurre la idea de hacer una gramática a través de los chistes?

-Soy profesor desde hace 20 años, y tanto por la experiencia cotidiana con los chicos como por mi carácter, ya que siempre he sido bromista, se me ocurrió la idea. Me gusta jugar con las palabras y sacarles punta al lenguaje, y me di cuenta de que los chistes funcionan muy bien con los alumnos. Es una manera de mantener su atención y de provocarlos, así que poco a poco fui recopilando chistes prácticamente para casi cada concepto que explico en mis clases de Lengua. El libro, en cierto sentido, nació de manera natural: doy clase, me gustan los chistes, y además tenía algo de experiencia en el mundo de la edición de libros de texto. Así que fue una idea casi espontánea: recopilé todos esos chistes, les di forma de gramática, y aquí está, esta gramática humorística de la lengua española.

-¿Qué fue primero el chiste o la lección?

-Los profesores de lengua no somos cómicos del Club de la Comedia; eso es lo primero que uno debe tener claro. No voy a clase para hacer reír a los niños; la risa, la diversión y el entretenimiento son herramientas que uso para alcanzar mis objetivos, que son tener alumnos con buenos conocimientos lingüísticos y buenas capacidades a la hora de escribir y expresarse. Así que el chiste no es la finalidad; es un medio. Lo primero, siempre, es la lengua. Lo que ocurre es que la lengua, acompañada de humor, se asimila mucho mejor que cuando se presenta con seriedad o rigor. Por eso, el humor y los chistes son magníficos aliados para convertir las clases de Lengua en algo interesante y creativo y para mejorar la competencia lingüística de los chicos.

-¿Sirven para captar la atención de sus alumnos?

-Sí, los chistes no solo sirven para captar la atención, ya que cuando cuentas uno, automáticamente todos se quedan atentos, mirando para ver qué voy a decir. También sirven para fijar conceptos porque el chiste tiene una capacidad visual; muchas veces, son metáforas impactantes. Cuando le cuentas un chiste al alumno para explicar o ilustrar un concepto, el chiste le ayuda a fijar ese conocimiento. Así, cuando necesita estudiar sinónimos, antónimos, parónimos o cualquier concepto lingüístico, el chiste le vendrá a la mente casi de manera espontánea. Es un gran aliado para la memorización y el aprendizaje.

-¿Cómo ha ido recopilando los chistes para el libro?

-Recopilar los chistes ha sido una tarea divertida. Muchos ya los tenía anotados en mis libros, y luego pasé un verano buscando más por todas partes. Hay chistes de todo tipo: algunos son cultos, de grandes autores como Quevedo, pero la mayoría son populares, anónimos y de internet. El chiste es un género literario anónimo y oral, y se encuentra en todos lados. Revisé páginas web, ensayos y estudios, eligiendo los que mejor encajaban con cada concepto lingüístico. Aunque en algunos casos fue complicado encontrar el chiste exacto, incluso inventé algunos cuando lo vi necesario.

«Hay chistes de todo tipo: algunos son cultos, de grandes autores como Quevedo, pero la mayoría son populares, anónimos y de internet»

José Antonio Francés

-¿Cuáles son las mayores dificultades que encuentra en las aulas?

-Las dificultades que encuentro como humilde profesor de Lengua son similares a las de muchos compañeros. Trabajamos con una generación de alumnos con motivación baja; aunque tienen todos los recursos, muchas veces les falta la voluntad de aprovecharlos. Además, han crecido con internet y estímulos visuales, por lo que una clase magistral de una hora ya no les funciona. Ahora necesitamos dividir la clase en bloques de 5 o 10 minutos, con actividades, chistes y participación. Los móviles, aunque útiles para búsquedas y cuestionarios, también representan una gran distracción: son una puerta abierta al infierno, con acceso a juegos y otras cosas que los alejan de la atención. Enfrentamos desafíos distintos a los de otras épocas, pero motivarlos sigue siendo el principal reto.

-¿Utiliza algún otro método de enseñanza fuera de lo usual en sus clases?

-Estamos en un momento de mucha experimentación pedagógica, con métodos como las situaciones de aprendizaje o las rutinas de pensamiento. Como docente, voy añadiendo a mi caja de herramientas todo lo que veo que puede funcionar, pero también es cierto que cada profesor debe adaptar su estilo. Algunos prefieren la disciplina y el rigor, mientras que otros se benefician de metodologías más flexibles. Personalmente, soy algo anárquico; conecto absolutamente todo con todo. Si estoy explicando un tema de literatura, lo conecto rápidamente con la música actual, el reguetón o una película reciente, lo cual a veces me lleva a dispersarme, pero logra que la asignatura se vincule con la actualidad. Me funciona bien el humor y también me ayuda el haber tenido experiencias en distintos trabajos como periodista, locutor de radio y hasta dependiente en una tienda. Todo lo que he hecho en la vida, de alguna forma, lo incorporo para enriquecer mis clases.

-¿Considera que el sistema educativo está muy encorsetado? ¿Cree que debería haber libertad de cátedra?

Depende mucho del proyecto educativo del centro en el que estés. Yo tengo la suerte de enseñar en uno de los mejores institutos de Sevilla, el Buen Pastor, donde se consiguen magníficos resultados y donde nos dan bastante libertad para innovar. Aunque, claro, siempre hay que ser fieles a la filosofía del centro. En la enseñanza pública, supongo que la libertad de cátedra es total, pero uno de los problemas del sistema funcionarial es que rara vez se recibe una crítica constructiva o una palmada en la espalda, lo cual lleva a la desmotivación. La tentación de acomodarse existe, aunque la mayoría de los profesores están en esto por vocación. Siempre que escucho comentarios sobre nuestras vacaciones, digo: ‘Te doy una semana de mi trabajo, y luego discutimos’. Aunque disfrutamos de cierto tiempo libre, es una profesión muy intensa. Es muy gratificante ver crecer a los alumnos y observar el fruto de tu trabajo, pero también es complicado; lo que funciona con un estudiante puede no funcionar con otro, y lo que sirve hoy quizá no sirva mañana. Es una profesión difícil, pero tremendamente hermosa.

-¿Cómo ha visto la evolución de la educación desde dentro de las aulas?

-En este sentido, soy un privilegiado, ya que doy clases en un centro donde se respeta mucho la disciplina y al profesor. Sin embargo, sé por colegas que el profesor ha perdido mucha autoridad social, y cuando un docente no logra mantener el orden ni el respeto en el aula, es muy difícil construir nada sin esa base. Estos son tiempos complicados para ejercer la profesión y ayudar a los jóvenes a avanzar. Además, las constantes reformas educativas y cambios de leyes con cada nuevo gobierno crean un ambiente confuso y poco estable en el ámbito educativo.

«Sé por colegas que el profesor ha perdido mucha autoridad social, y cuando un docente no logra mantener el orden ni el respeto en el aula, es muy difícil construir nada sin esa base»

José Antonio Francés

-Volviendo al libro ¿Está ideado para los alumnos o también para los padres?

-Me alegra que me hagas esa pregunta; el libro está pensado para distintos tipos de lectores. Evidentemente, es un recurso valioso para profesores de Lengua o cualquier asignatura humanística, que aquí encontrarán un repertorio de chistes perfectos para explicar conceptos y enriquecer sus clases. Pero también va dirigido a un lector convencional, con explicaciones claras y sencillas, casi siempre como excusa para enlazar un chiste tras otro. El libro aborda los conceptos básicos de la lengua —fonemas, componentes de la palabra, relaciones semánticas, elementos de la comunicación— y los explica con humor, de forma divertida y accesible. Es una manera elegante de mejorar nuestras competencias lingüísticas y aprender un poco más sobre la lengua que usamos a diario. «Como diría un jardinero a una jardinera, seamos felices mientras podamos». Ahí tenemos un caso de homonimia, pero nos vendría muy bien para esto. Aprendamos lengua mientras podamos, que nos va a venir muy bien para cualquier cosa.

-¿Ha tenido aceptación por la comunidad educativa? ¿Qué le transmiten sus compañeros de lengua?

-La aceptación del libro, por el momento, está siendo muy buena. Soy un autor prolífico, con alrededor de 10 novelas publicadas y hasta diccionarios, y siempre espero que mi última obra tenga un buen impacto. Aunque es pronto aún, ya que el libro lleva solo tres semanas, el primer feedback ha sido positivo. Alguno que lo ha leído me comenta que su pareja les pregunta de qué se ríen por la noche al leer en la cama. Es un libro que funciona bien y se lee de manera muy amena. Las primeras críticas que me han llegado son muy buenas. Otro termómetro de su futuro es la acogida en los medios de comunicación, y hasta ahora no me puedo quejar: me han invitado a televisiones nacionales y tengo entrevistas todos los días. Estoy encantado de que a los medios les haya resultado curioso ver cómo se pueden unir dos conceptos aparentemente tan opuestos como la enseñanza de la lengua y el humor.

-¿Tiene planes para escribir más libros que combinen educación y entretenimiento de esta manera?

No solo tengo planes, sino que ya tengo la segunda parte casi acabada y empaquetada. Esta nueva entrega se llamaría Ríete de la retórica o Ríete de la literatura, y seguirá la misma mecánica de este libro, pero enfocada en el lenguaje literario y las figuras retóricas. Haré un repaso de todos los recursos expresivos: metáforas, metonimias, anáforas, etc., todos explicados a través de chistes. Además, incluirá una breve historia de la literatura española en clave de humor y una pequeña idea —nada original, quizás, pero que descubrí al investigar—: la literatura española no se puede entender sin el humor. Desde la épica medieval, pasando por Góngora, Cervantes, Quevedo y hasta el siglo XX, el humor ha sido un ingrediente recurrente en nuestra historia literaria.

El libro también sigue una estructura similar a las gramáticas convencionales, comenzando por cuestiones de comunicación y luego pasando por el plano fonético, morfológico, los juegos de palabras, y los chistes semánticos, hasta llegar a la gramática textual. La sintaxis me la salté, porque era algo dura, casi para frikis lingüísticos, así que la dejé fuera. Todo tiene un rigor, pero también busca ser accesible y entretenido.

Que esta segunda parte vea la luz dependerá, como siempre, del cariño de los lectores. No basta con que sonrían al ver una entrevista; es importante que compren el libro, y si les gusta, que lo recomienden o lo regalen en Navidad. La vida de los libros depende de su difusión. Siempre lo digo en las presentaciones: el libro que compras es un bocadillo para mi hijo, pero también es la posibilidad de poder publicar el siguiente. Los escritores vivimos de los libros, y si un libro no funciona bien, cierra puertas; si funciona, abre muchas más.

«La literatura española no se puede entender sin el humor. Desde la épica medieval, pasando por Góngora, Cervantes y hasta el siglo XX, el humor ha sido un ingrediente recurrente en nuestra historia literaria»

José Antonio Francés

-¿Va a publicar algún libro nuevo antes de que acabe el año?

-Este está siendo un año muy prolífico para mí, realmente fantástico en ese sentido. Si tuviera un representante literario, seguramente me diría que estoy quemando mi imagen, porque en un mes publico un álbum ilustrado con Teresa Guzmán, una ilustradora fantástica de Sevilla, con la editorial Babidí-Bú. Además, a finales de año, lanzaré dos novelas juveniles de humor: El club de los piltrafas y El libro infinito. Son dos novelas destinadas a jóvenes, publicadas por uno de los grandes sellos juveniles de España, Vicens Vives. Así que, ahora mismo, estoy en un buen momento y espero que dure mucho.

-¿Cuándo se presentarán?

-El álbum ilustrado, El secreto de la tortuga, probablemente se presentará a finales de noviembre. Es un pequeño relato sobre el sentido del tiempo y cómo vivimos en una sociedad dominada por las prisas. Cuenta la historia de una joven que se rebela contra el estrés al que su padre la somete. Las dos novelas juveniles se lanzarán en campaña navideña; vienen como mellizos bajo el brazo para estas fechas.