«Transmission» («Adás») es una película sobre qué ocurriría si se apagasen todas las pantallas. Se proyectó ayer miércoles en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine y para comentarla estuvieron su director Roland Vranik y la actriz Kata Wéber. He aquí un comentario – crítica.

Transmission **

Miguel Ybarra Otín. “Me da miedo esta pantallamanía”, expresó el director. “Vi un documental de la BBC sobre un experimento consistente en eliminar todos los componentes tecnológicos y electrodomésticos de una casa. Quitaron el frigorífico, el coche… Pero la mayor tragedia para la familia del documental fue que le quitaran la televisión. La madre se volvió loca y el padre se dio a la bebida. Realmente, daba miedo”. Y es la cuestión que plantea este film, una adicción, como en 2004 la también húngara “Dealer” (Benedek Fliegauf) planteó -proyectada en este festival- la adicción a las drogas. Ambos filmes tienen varios elementos en común: poca luz, gran frialdad, matices grises, paisajes urbanos desiertos, misterio en cada fotograma. Para quien escribe, todo mejor conseguido en la excesivamente larga “Dealer”.

“Transmission” cuenta su historia con inquietantes ruidos y sonidos de fondo, con interpretaciones sobrias. Con silencios. Consiguiendo desde la primera escena una atmósfera muy particular, algo como una situación mundial nueva sobre la que fluye la historia: todo ha cambiado.

“No quería que las localizaciones fueran relevantes para la historia porque quería que ésta pudiera ocurrir en cualquier lugar. No quería que fuera una película del Este, sino universal”, comentó Roland Vranik. Así, apreciamos fachadas frías, una ciudad sin letras, sin carteles, sin nombres. Metáfora ¿quizás también? de que el mundo ha perdido su identidad: «1984» a la hoguera, se ha apagado la tele.

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