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La lucha contra el acoso escolar es uno de los objetivos primordiales del sistema educativo a nivel mundial, y es que se trata de un fenómeno extendido por todo el globo que puede provocar secuelas psicológicas en sus víctimas.
Por ello, existen una serie de protocolos a seguir por parte del profesorado y las familias de los alumnos para poder intervenir en casos de esta naturaleza, evitando que lleguen a mayores y ayudando a la correcta convivencia en las aulas.
Un ejemplo concreto que suele ser de utilidad en estos contextos es el aportado por la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE):
El protocolo a seguir en casos de acoso escolar
- Para el profesorado:
- Ante cualquier situación puntual de maltrato verbal, físico o psicológico, actuar con contundencia e inmediatez. El acoso escolar evoluciona como una bola de nieve: va aumentando de tamaño según cae por la ladera de la montaña si no encuentra nada que la detenga.
- Explicar al alumnado qué es el acoso escolar, los elementos que intervienen en el mismo y las consecuencias para el acosador (sanciones), para las víctimas (daño físico y psicológico) y para los observadores (corresponsabilidad).
- Observación de las personas implicadas en los sucesos puntuales, para evitar que se reproduzca la situación.
- Ayudar al alumnado que haya sufrido puntuales episodios de exclusión por timidez, diferente cultura, color de piel, clase social, diversidad funcional, etc. a integrarse en el grupo.
- Comunicar a las familias cualquier conflicto que se produzca.
- Para las familias:
- Estado de observación permanente de los hijos ante posibles señales que puedan alertar de que se está produciendo acoso: disminución del rendimiento escolar, pérdida o sustracción de material escolar, repentinos cambios de humor, temor a ir al colegio, insomnio, lesiones físicas, etc.
- Fomentar con los hijos un clima de confianza en el que puedan comentar cualquier problema que se les presente.
- Dedicar tiempo a los hijos todos los días interesándose por cómo les ha ido el día y cómo les va en el colegio.
- Poner límites a los hijos en su comportamiento diario y asignarles tareas para que vayan adquiriendo responsabilidad y autoestima, felicitándoles cuando las cumplan y explicándoles las consecuencias de no cumplirlas cuando no lo hagan: el refuerzo positivo es mucho más efectivo que la regañina constante.
- Enseñar a los hijos a mostrar sus sentimientos sin temor y a expresarse de una manera asertiva, que es el punto intermedio entre la pasividad y la agresividad.