Ejemplar de lechuza blanca común. - EBD-CSIC
Ejemplar de lechuza blanca común. - EBD-CSIC

Un estudio interdisciplinar liderado por la Estación Biológica de Doñana-CSIC y publicado en la revista PNAS revela que el llamativo plumaje de las lechuzas blancas comunes (Tyto alba) podría ser una adaptación evolutiva que las hace más difíciles de detectar por sus presas en noches despejadas y con luna. Este descubrimiento resuelve lo que los científicos han denominado como «la paradoja de la coloración» de esta especie.

A diferencia de otros búhos rapaces que tienen plumajes oscuros y complejos para ocultarse en su entorno, las lechuzas comunes presentan un vientre blanco que, a simple vista, parece muy visible. Sin embargo, según explica el investigador Juan J. Negro, de la Estación Biológica de Doñana-CSIC, su blancura podría actuar como un camuflaje nocturno efectivo cuando vuelan en noches iluminadas por la luna.

«La lechuza se camufla porque el contraste entre su cuerpo y el cielo se mantiene por debajo del umbral de detección visual de sus presas, como los roedores, que buscan alimento en el suelo», detalla Negro. En noches nubladas o sin luna, este efecto no se produce, ya que el cielo tiene una iluminación uniforme.

Eficiencia en la caza

El estudio confirma que las lechuzas blancas son más exitosas en noches de luna llena, ya que el reflejo de la luz en su plumaje las hace prácticamente «invisibles» desde el suelo. Esto coincide con observaciones previas que señalan que las lechuzas con plumajes más claros atrapan más presas en estas condiciones que aquellas con plumajes más oscuros.

El astrofísico David Galadí, investigador de la Universidad de Córdoba y coautor del estudio, señala que el modelo utilizado demuestra que una lechuza puede acercarse a sus presas desde diferentes ángulos sin ser detectada, siempre que el cielo esté iluminado por la luna.

Implicaciones del estudio

Los resultados también sugieren que la variabilidad en el color del plumaje ventral, que va del blanco al anaranjado, podría estar relacionada con el ciclo lunar. Las lechuzas más claras y las más oscuras podrían cazar en momentos diferentes del mes, lo que dificultaría su emparejamiento pese a compartir el mismo territorio, creando una especie de barrera temporal entre ellas.

Por otro lado, los científicos advierten que la contaminación lumínica podría romper este equilibrio natural. La luz artificial del cielo nocturno reduce el efecto de camuflaje del plumaje blanco de las lechuzas, haciéndolas más visibles para sus presas y alterando el funcionamiento de los ecosistemas nocturnos.

Un estudio interdisciplinar

La investigación ha contado con la participación de expertos en biología, ecología y física de varias instituciones. Para analizar el efecto radiométrico del plumaje blanco en diferentes condiciones de luz lunar, se utilizaron avanzados sistemas de medición en laboratorios del CSIC en Madrid y de la Universidad de Granada. Además, los cálculos del brillo del cielo fueron desarrollados por científicos del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña.

Este estudio abre una nueva vía para comprender los mecanismos del camuflaje nocturno en especies animales y plantea cómo las alteraciones en el ambiente nocturno, como la contaminación lumínica, pueden afectar a depredadores y presas. Las lechuzas blancas, con su característico plumaje blanco, es un ejemplo fascinante de cómo la naturaleza ha logrado adaptarse a la luz de la luna para garantizar la supervivencia en la oscuridad de la noche.