«Diecinueve bebés subrogados están atrapados por la guerra pero mantenidos con vida por niñeras en un sótano de Kíev», publicaba el New York Times el fin de semana pasado. Diecinueve bebés cuyos padres biológicos están fuera del país y no pueden certificar su nacionalidad y cuyos otros padres –a los que estos bebés pertenecen porque han pagado por ellos– no pueden ir a recogerlos al lugar en el que los han encargado porque está en guerra. Bebés con sus pijamitas rosas, blancos y azules cuidados por extrañas que los arropan y abrazan mientras que su vida está a la espera.
No es la primera vez que el negocio de los vientres de alquiler en Ucrania se enfrenta a una situación complicada. En el año 2020, la pandemia de coronavirus también supuso un gran bache para la actividad de estas empresas ya que los padres no podían ir a recoger a los pequeños por las restricciones de movilidad. Los bebés tuvieron que esperar semanas en un hotel de Kiev mientras eran cuidados por trabajadoras de la entidad que proporciona este servicio.
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