Revisas una y otra vez los horarios de tus artistas favoritos en la cola, como si no lo hubieras hecho cien veces ya, mientras esperas a entrar. La expectación por lo que se viene se nota en la gente. Ambiente de festival, buen tiempo, felicidad, amigos y adrenalina musical.
Los nervios cuando pasas a acreditarte y ves el recinto abarrotado se contagian y se entremezclan con las ganas que tienes de escuchar tu canción favorita. Vas a la barra de cabeza para paliar la exaltación y el azotador calor sevillano. Entras con los nervios a flor de piel. Es verdad, no estás soñando, tras tres años vuelves a los festivales.
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