El doble rasero con el que la sociedad británica trata lo público y lo privado es ruborizante. Esa educación que se espera del paciente, del cliente, del consumidor o de quien vaya a cualquier espacio público es nula. Se transforma en una exigencia tan arrogante, con independencia de quien venga, rico o pobre, que devalúa todo el espacio público. En cambio, en lo privado vuelves a encontrar esa educación cuando en realidad es una sumisión. Nos han mentalizado en que lo que pagas in situ es siempre mejor que lo que has pagado indirectamente con tus impuestos. ¿De locos, no?
Come thou, but lead out of the inmost cave
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