‘La virtud, es el punto medio entre dos extremos opuestos’, así de rotundo se pronunciaba Aristóteles hace ya más de 2.000 años.
Es justo ahora cuando se me viene a la cabeza la frase del gran filósofo griego. Estamos ante la unión de dos extremos opuestos frente a un punto intermedio, representado por la ‘Sevilla positiva’, esa Sevilla serena que vive su día a día sin olvidar su pasado, pero sin descuidar su futuro, que sabe que hay mucho que mejorar, pero que nada es incompatible al fin y al cabo.
Por tanto, si una simple torre hace recordar a esas ‘posiciones de lo más dispar’ las desigualdades y carencias que sufre nuestra sociedad, si les invita a luchar por el desarrollo sostenible, contra la especulación urbanística y contra el impacto medio ambiental y patrimonial del que se olvidaron, por ejemplo, durante la expansión del Aljarafe.
Yo digo: ¡Bienvenida Torre Cajasol! y que vengan cien más. Al menos, quien no la considere un ‘icono arquitectónico’, siempre podrá reconocer su labor como auténtico ‘icono social’.
Francisco J. Pascual Barrera