En el día de los difuntos, Carmen recuerda a su abuela.
No lleva reloj, pero sabe, sin sacar el móvil del bolso, que son las once de la mañana. Los cuidadores suelen acercarla a esta hora a la puerta de entrada en donde la recoge puntualmente su hermana. Es la hora de su paseo, el momento más feliz del día. No sabe cuántos lleva aquí pero le viene a la memoria el coche de uno de sus hijos, no sabría decir cuál, acercándose a esta casa tan grande. Cree que pronto volverá a la suya. Le han dicho que la están pintando y que están cambiando la bañera por una ducha. Le parece que los obreros tardan mucho...
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