Imagen del Teide. Wikipedia
Imagen del Teide. Wikipedia

Aplatanados. Así hemos vuelto de Tenerife, donde hemos estado de vacaciones gracias al programa de Turismo Social del Imserso.

«Les habla el comandante de la Nave. Debido a la intensa niebla que hoy cubre el aeropuerto de Los Rodeos, nos vemos en la obligación de dar vueltas hasta que se despeje. Llevamos suficiente combustible». Ya eso nos puso en guardia. ¿Niebla en Tenerife? Pero si yo había creído que como la canción El Hombre del tiempo de Los Mismos, Tenerife tiene seguro de sol. Y un mojón. Eso es en el Sur, pero nadie nos lo explicó. Íbamos al norte de la Isla, a los Realejos, en plena montaña.

Nosotros, que esperábamos agua y sol, playa y reposo, lo primero que nos hemos encontrado son unas cuestas enormes no aptas para mayores. Menos mal que a todos lados íbamos en Guagua, que es así como llaman en Canarias a los autobuses.

Yo nada más llegar me asomé al balcón del piso diez y quise ver por primera vez el Teide, que estaba enfrente. Pero no había manera. Cada mañana, allí estaba ella: la panza de burro. La panza de burro es una expresión para denominar un fenómeno característico del norte de las Islas Canarias consistente en una acumulación de nubes traídas por los vientos alisios, que actúan de pantalla solar…Vamos que to el día está nublao.

Algunos han usado la piscina y a pesar de que el agua estaba fría, han cogido un colorado como la primera vez que íbamos a la playa sin crema, sin sombrilla y comiéndonos los filetes empanados de la fiambrera en la acera del marítimo. Yo había leído, allá por el 2021, la Novela Panza de burro y enseguida me acordé de ella, sobre todo cuando fui aprendiendo algunas de las palabras que aquí se usan al visitar distintos sitios de Tenerife. En cuanto encontré una librería, lo compré.

Panza de burro narra la amistad entre dos niñas de unos diez años. En esta novedosa novela se describe el día a día, durante las vacaciones de verano, de estas dos preadolescentes cuya eterna aspiración es ir a la playa. Ambientada en un barrio rural y humilde en lo alto de un monte en Tenerife, su realidad social desmitifica la imagen turística y paradisíaca que da la isla de cara al exterior.

El éxito de la novela de Andrea Abreu, quien nació en un pueblo nublado del norte de Tenerife, reside en su temática original y en el uso del lenguaje popular canario. Nosotros hemos aprendido Guagua, mojo, papa (que ya lo decíamos aquí, en Andalucía), pinocha que es la aguja del pino, tea que es la resina. De ahí el dicho arde como la tea, gara que significa agua…

También el nombre de algunas plantas autóctonas como drago, flanboyán. Un roque es un peñón y guanche que habitaba ya la isla antes de que llegaran Los Reyes Católicos a las Islas Afortunadas. Guachinche es un lugar de comida casera canaria.

A los canarios les llaman ahora chicharreros porque se dedicaban a la pesca del chicharro.

Un icod es un sitio. De ahí el nombre de Icod de Los Vinos. Porque antes en Canarias, después de la pesca, como principal recurso estaba la agricultura. Durante mucho tiempo se dedicaron al monocultivo de la caña de azúcar y crearon muchos Ingenios o fábricas de molienda. Los vinos en primer lugar, después los plátanos y ahora empiezan el aguacate o la papaya. También hay muchas chumberas y sacan mermelada de los higos chumbos.

Lo que más me gustó fue el bosque de lauresilva de la isla de La Gomera. Parecía un bosque encantado. El agua de los vientos alisios chorreaba de las plantas y nos pusimos pingueando, aunque no hacía mucho frío. Habíamos cogido el Ferry en el puerto de Los Cristianos donde hacía mucho calor a la vuelta. También usan mucho el gofio, que es el trigo y el millo o maíz. Tiene un alto poder nutritivo y fue el alimento básico de los aborígenes canarios, fundamental para paliar las épocas de hambrunas que sufrió el archipiélago.

Lo típico aquí son las salsa de mojos -verde o rojo- y el almogrote, que no es más que queso de cabra ligado con mojo.

En cuanto a la fauna, aquí no hay más que cabras -que también la probamos- porque hay muchos barrancos. Sí, también vimos desde el sur el Teide y estuvimos a dos mil metros. Pero el Norte y el Sur son muy diferentes. Lo que antes fue desierto se ha convertido en una verdadera zona turística. Hemos visitado el valle de la Orotawa y el parque de Jarajonay.

El hotel, Panorámica Garden, ofrecía desde otras habitaciones verdaderas vistas al mar, pero playa, playa, no había ninguna, todo eran barrancos o acantilados. ¡Qué hartera -jartura- de barrancos!

Algunos hicieron una excursión para ver dónde estaba la playa y tuvieron que atravesar toda la isla. Otros fuimos en la guagua que ponía el hotel a visitar El Puerto de Santa Cruz. Allí había unas pozas en mitad de las rocas donde algunos se atrevían a meterse, a pesar del oleaje. También había alguna piscina de agua salada para las que había que sacar un ticket.

De los plátanos, creíamos encontrar los mejores y que nos lo comeríamos en su punto. Pues los del hotel estaban o muy enteros, verdes como el rabillo de un melón, o chuchurríos que no lo querrían ni los chanchos (cochinos). Yo he visto plátanos coloraos y azules -qué tontería que se están poniendo de moda en la Isla-…

Entre el volcán y la panza burro, el guanche, ahora chicharrero, ha sido pirata, esclavo y colonizado por grandes imperios como España y Portugal. Y recientemente es Marruecos quien le tiene el ojo puesto. Pas de problème.

-¿Quién quiere ganar al mes 200 euros? Se pregunta en voz alta uno de los guías- Yo no.

En fin, que como dijo uno de los viajeros «¡qué dura es la vida del turista!».

Yo añadiría que lo de Turista del Imserso es mucho peor, porque, después de que estamos manteniendo puestos de trabajo en los hoteles y demás servicios, algunas veces no nos tratan demasiado bien, amparándose en que «para lo que pagan…»

Maestra, especialista de francés. Titulada por la Escuela Oficial de Idiomas, colabora en La Voz de Alcalá desde el año 2003 y en el periódico local 'La higuerita' de Isla Cristina desde el año 2010....