El próximo domingo será la mañana del pregón, pero todos los andaluces andaremos también pendientes de acudir a votar a las urnas en unas nuevas elecciones autonómicas. A los cofrades no nos suena tan raro esto de las elecciones y sus campañas, pues muchas de nuestras hermandades ya han puesto en marcha los métodos electorales políticos aplicados a las casas de hermandad.
Atrás han quedado esas viejas elecciones de únicas candidaturas, sin dura oposición y con aires de servicio más que de batalla electoral. Los nuevos modelos electorales de nuestras hermandades nos dejan en la mayoría de ellas dos y hasta tres candidaturas en algunos casos, toda una maquinaria de publicidad, libretos electorales y folletos publicitarios, eslóganes, decálogos, páginas webs, fotos de candidatos que con un bello montaje se ligan al escudo de la hermandad y a un bonito lema reutilizado, promesas calcadas unas de otras basadas sencillamente en lo que debe ser una hermandad, mítines en hoteles y videos promocionales y favores que se piden a los periodistas. Nada nuevo en política, pero ahora al servicio de las hermandades.
Tras estos periodos electorales, unos se sientan en el banco de Junta y otros en el de la oposición, dura, fuerte y al quite siempre, a esperar otros cuatro años.
No sería justo sólo mencionar esto, pues siempre quedan casos anónimos, sencillos y de verdadera hermandad como la de esos cofrades desinteresados que trabajan a destajo por su hermandad, sin hacer ruido, sin salir en folletos ni hacer decálogos y que solo tienen por lema las horas de trabajo que desempeñan en su hermandad.
A ellos les pilla lejos las elecciones y sus campañas. Ellos, geniales candidatos para poner sus manos al servicio de sus titulares, sólo saben contar los días que faltan para que salga su hermandad.