Los icónicos mantecados de Estepa
Los icónicos mantecados de Estepa

En España, todo el mundo conoce a Estepa por su gran tradición como productora de mantecados. Sin embargo, el origen de esta práctica no es tan conocido, de forma que, para algunos, pasa desapercibido. La realidad es que esta herencia de la que goza hoy este pueblo sevillano tiene varios siglos de historia.

Las primera referencias a este típico dulce aparecen en el documento de venta de Estepa que la Orden de Santiago firmó a favor de un banquero genovés de la familia Centurión en 1559. Aunque, es más preciso hablar del convento de Santa Clara como primer antecedente, pues lleva produciendo dulces desde hace más de 400 años. De hecho, algunos documentos revelan que desde tiempos memoriales, ya existían recetas antiguas de polvorones en dicho priorato.

«La Colchona», el inicio del mantecado como industria

Bien es cierto que en la localidad acostumbraban a elaborar de forma casera los mantecados, conocidos como «tortas de manteca». Estas se trataban de unos dulces elaborados a partir de manteca de cerdo, harina de trigo y azúcar. No obstante, fue Micaela Ruiz Téllez quien puso las primeras piedras para comercializar estos tradicionales productos.

«La Colchona», apodo que recibía, se encargaba de realizar las matanzas de cerdo a las grandes familias del pueblo. Micaela tuvo la brillante idea de aprovechar las mantecas y elaborar unos dulces que hacia llegar a dichas familias cuando las fechas acompañaban.

A la mujer estepeña se le sumó un «cosario» de pueblo, concretamente, su marido. Este se encarga de los transportes a la ciudad de Córdoba y, un día, decidió llevarse los mantecados para comercializarlo. Sin saberlo, ambos estaban iniciando una gran industria. Poco a poco, fueron obteniendo una pequeña clientela por varias zonas andaluzas hasta abrir un obrador de confitería. Así, el resto de pastelerías de la ciudad siguieron la estela de «la Colchona».

El «maestro coches» y un paso más en la profesionalización

Esta historia tampoco sería nada sin la figura de Antonio Gutiérrez Fuentes, más comúnmente conocido en la época como «maestro coches». Antonio, dedicado a la construcción de coches de caballo, decidió aventurarse en la fabricación de maquinaria para la elaboración de estos dulces. Este paso supuso el aumento de la industrialización dejando atrás la producción artesanal y ayudando a los pequeños obradores a convertirse en grandes empresas familiares.

El siglo XX, un antes y un después

Gracias a los esfuerzos de Micaela, su marido y Antonio, el sector del mantecado dio un salto de calidad. Tanto es así que, para principios del siglo XX, ya se tenía constancia de que estos habían llegado, al menos, a todas las zonas de Andalucía.

Será en 1928 cuando se incorporen las primeras amasadoras y, durante la república, el número de fábricas se elevó hasta 10. Apenas 11 años después, en Estepa ya existían 17 fábricas con una producción cercana a los 400.000 kilos de mantecados. En la década de los 50, la emigración ayudó a su difusión por toda España y en 1958 se alcanzó el medio millón de kilos. Asimismo, será en esta época cuando surjan las primeras asociaciones de fabricantes de mantecados en un intento por acordar los precios y porcentajes de venta.

El Consejo Regulador, una marca de calidad para Estepa y sus mantecados

Ya en 2009 aparece una asociación, con el nombre de Consejo Regulador, con el que la calidad y exigencias de los productos dio un paso más. A raíz de su creación, la Unión Europea inscribirá en sus Denominaciones de Origen Protegidas y de Indicaciones Geográficas protegidas a los «mantecados de Estepa» y «polvorones de Estepa», aunque tuvieron que esperar hasta noviembre de 2011 para ello.

Hasta la fecha, son 22 fábricas las que se encuentran en Estepa, de las cuales 19 pertenecen al Consejo Regulador. De esta forma, la localidad sevillana se ha convertido en la mayor productora de mantecados de España a raíz de una tradición de más de 400 años. Además, la importancia del sector del mantecado en Estepa es tal que, durante los meses de la producción de los mismos, la tasa de desempleo roza el 7%, ayudada también por la recogida de aceitunas.