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La provincia de Sevilla ofrece pueblos encantadores que, en invierno, destacan aún más por su tranquilidad, su rica historia y la posibilidad de disfrutar de su gastronomía y paisajes sin el calor y las multitudes del verano. Estos cinco pueblos son ideales para una escapada invernal llena de cultura y naturaleza.
Carmona, a solo 30 kilómetros de Sevilla, es un auténtico museo al aire libre con más de 3000 años de historia. Este pueblo ofrece un recorrido por su pasado romano, medieval y renacentista. La Puerta de Sevilla, la Puerta de Córdoba y el Alcázar del Rey Don Pedro son visitas imprescindibles para quienes disfrutan de la arquitectura histórica. Además, en invierno, la calma de sus calles empedradas y los miradores que ofrecen vistas a la campiña sevillana hacen que el paseo sea una experiencia única. Su oferta gastronómica, basada en productos locales como el aceite de oliva y los guisos tradicionales, es perfecta para entrar en calor.
Cazalla de la Sierra, en pleno Parque Natural de la Sierra Norte, combina naturaleza y patrimonio. Este pueblo destaca por su Cartuja de Cazalla, un antiguo monasterio convertido en espacio cultural, y sus destilerías, donde se elaboran algunos de los mejores anises y licores artesanales de Andalucía. En invierno, el aire fresco y los senderos que atraviesan bosques de encinas y alcornoques invitan a disfrutar del entorno natural. Además, su gastronomía, con platos como las migas serranas y los guisos de caza, completa la experiencia.
Écija, conocida como la «ciudad de las torres» por las numerosas iglesias que adornan su horizonte, es un lugar imprescindible para los amantes del arte barroco. Su casco histórico alberga joyas como el Palacio de Peñaflor, con su famosa fachada pintada, y las iglesias de Santa María y San Juan. En invierno, la ciudad ofrece un ambiente más pausado que permite explorar sus monumentos con calma. Además, pasear junto al río Genil y degustar especialidades locales como los hojaldres o el cordero asado hacen que la visita sea aún más especial.
Osuna es una joya barroca que en invierno luce especialmente serena. La Colegiata, con su impresionante museo de arte sacro, es una de las grandes atracciones del pueblo, al igual que las Canteras, un espectacular paraje natural que sirvió como escenario para Juego de Tronos. Su casco histórico está lleno de casas señoriales, conventos y plazas que invitan a perderse. Además, Osuna es conocida por su rica gastronomía, con platos como el cocido de tagarninas o el conejo en salsa.
Estepa, famosa por ser la cuna de los mantecados, se convierte en un destino único durante el invierno. Sus fábricas de dulces navideños ofrecen visitas y degustaciones, llenando el ambiente de aromas deliciosos. Además, Estepa cuenta con un rico patrimonio histórico, como la Torre de la Victoria y el Cerro de San Cristóbal, que ofrece vistas espectaculares de la campiña sevillana. La gastronomía local, con especialidades como el salmorejo y las chacinas artesanales, es otro de los atractivos que hacen de este pueblo un lugar perfecto para una escapada invernal.