Jardín vertical en la M-30. US

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, ha inaugurado recientemente uno de los jardines verticales más impresionantes del mundo, situado en la M-30 de Madrid, pero lo que muchos no saben es que este increíble proyecto lleva el sello distintivo de la ciudad de Sevilla. Detrás de esta maravilla verde se encuentra un grupo de sevillanos y el ingenio de la Universidad de Sevilla.

El proyecto, que cuenta con unos impresionantes 3.279 metros cuadrados de jardín vertical, ha sido llevado a cabo por Terapia Urbana, una empresa fundada en la Hispalense en 2010 por un grupo de investigadores especializados en naturación urbana. Hoy en día, Terapia Urbana es líder en el campo de la arquitectura sostenible y la ingeniería hidráulica, habiendo creado más de 31.000 m2 de jardines verticales y cubiertas verdes en más de 23 mercados internacionales.

El equipo de Terapia Urbana tuvo que enfrentarse a diversos desafíos durante la ejecución de este gigantesco jardín vertical. En primer lugar, instalar más de 3.200 metros cuadrados de vegetación en plena M-30 con un equipo de solo nueve personas fue todo un reto. Además, se requería más de 100.000 plantas de tres variedades distintas, lo que supuso una carrera contra el tiempo para conseguirlas en menos de doce semanas. Por si fuera poco, también tuvieron que coordinarse con otros gremios para montar la instalación en un tiempo récord de tres meses.

Uno de los aspectos cruciales para el éxito de este proyecto fue la elección de un sistema de altas prestaciones, y para ello, Terapia Urbana se apoyó en una tecnología desarrollada y patentada por la Universidad de Sevilla, la cual fabrican y comercializan a nivel internacional. Esta tecnología ha brindado a la vegetación un comportamiento excelente, otorgando fiabilidad y confianza en el desarrollo de la actuación.

En cuanto al diseño, Ana Blasco, responsable de Paisajismo de la empresa, destaca el desafío que supuso lograr que este jardín tuviera sentido tanto a nivel visual para las personas como en su conjunto. Inspirado en las curvas que generan las luces de tráfico de los coches, el diseño incorporó elementos orgánicos como remolinos de viento para darle un toque interesante y dinámico.

Este jardín vertical es un claro ejemplo de la combinación perfecta entre la innovación tecnológica y el diseño creativo, y demuestra cómo la colaboración entre talento sevillano y la Universidad de Sevilla puede dar lugar a maravillas arquitectónicas que embellecen nuestras ciudades y fomentan la sostenibilidad en el entorno urbano.