Cruzcampo es la cerveza sevillana por antonomasia, pero, ¿alguna vez te has preguntado cual es el origen de su nombre? José Ángel Ríos (@joseangelrios92) lo cuenta en uno de sus interesantes hilos de Twitter en los que trata numerosas anécdotas sobre la capital hispalense.

Según cuenta José Ángel en su hilo, Cruzcampo fue fundada en 1904 por los hermanos Tomás y Roberto Osborne Guezala, condes de Osborne, naturales de El Puerto de Santa María y miembros de una familia con una rica tradición empresarial en la producción de vino de Jerez.

Los hermanos Osborne Guezala tomaron un giro audaz al aventurarse en el mundo de la cerveza. Después de viajar por toda Europa para estudiar el proceso de su elaboración, decidieron que Sevilla sería el hogar perfecto para su nueva empresa. La calidad excepcional del agua sevillana, comparable a la de Pilsen en Checoslovaquia, resultó ser idónea para su visión.

La fábrica de Cruzcampo abrió sus puertas en 1904 en el barrio de Nervión. El diseño arquitectónico, a cargo de Wilhelm Wrist y Friedrich Stoltzen, dio vida a un edificio emblemático que combinaba funcionalidad con estética. Este fue un paso audaz en una época en la que la producción de cerveza en España estaba en sus primeras etapas, y Cruzcampo se convirtió rápidamente en una de las pioneras de esta industria emergente.

El emblema elegido para la marca, Gambrinus, un personaje de la mitología germánica conocido por su afición al zumo de cebada, encajaba a la perfección con la esencia y la historia de la cerveza. Este icono se convirtió en un sello distintivo que simbolizaba la pasión y el compromiso de Cruzcampo con la calidad y la tradición.

El nombre «Cruzcampo» tiene su propia historia intrigante. Cerca de la fábrica, un humilladero con una cruz en un promontorio se alzaba en medio del campo. Inspirados por esta imagen y su conexión con la tierra, los hermanos Osborne decidieron nombrar su cerveza «La Cruz del Campo». Este emblema permanece en pie hasta hoy, entre las calles Luis Montoto y la Avenida de Andalucía. Construido en tiempos medievales, la fecha exacta de su construcción es debatida, pero la mayoría de las fuentes la sitúan alrededor de 1380. Una cruz de madera dio paso a una de piedra en 1482 y, posteriormente, se erigió un templete mudéjar que fue restaurado en 1521.

El éxito comercial de Cruzcampo no se hizo esperar. A lo largo de los primeros años, la producción aumentó desde 150 hectolitros hasta superar los 65,000 antes de la Guerra Civil. La cerveza se convirtió en un competidor destacado en el mercado, rivalizando con marcas establecidas como Mahou y Moritz. Solo El Águila y Damm lograron superar su popularidad.

El legado de Cruzcampo perdura hasta nuestros días. Durante la Expo ’92 en Sevilla, el pabellón de Cruzcampo se alzó como un hito, contando con el icónico Gambrinus. Este pabellón llegó a ser la cervecería más grande de Europa, con capacidad para ochocientas personas.

Hoy en día, el edificio original ha sido renovado y alberga la Fundación Cruzcampo. Este espacio no solo celebra las tradiciones cerveceras y gastronómicas, sino que también ofrece una visión más profunda de la historia detrás de esta cerveza sevillana icónica.