(Continuación) Urgía ocultarse le decía -por su manera libre de pensar y obstinada y temeraria forma de actuar, que habían desagradado por igual y en poco tiempo a católicos, protestantes y calvinistas-, y es lo que hizo Miguel.
Huida, ocultación y cambio de identidad
Quien tras deambular por diferentes ciudades europeas para evitar a la Inquisición se oculta en Lyon con una nueva identidad, Michel de Villeneuve, supuestamente originario de Tudela de Navarra. Es durante ese tiempo (1534) cuando empieza a mantener una relación epistolar con el líder protestante francés Juan Calvino (1509-1564) y aunque es la etapa más feliz de la vida del villanovano, no olvidemos que se trata de una relación que acabará en tragedia para él. En Lyon estuvo empleado en una imprenta, primero como corrector de pruebas y después, en 1535, como responsable de la publicación y anotación de la Geografía de Claudio Ptolomeo, una prueba sin duda de su gran erudición y valía. Entra entonces en contacto con el mundo de la medicina y publica algunos textos relacionados con esta disciplina, dedicados a atacar tanto a médicos antiarabistas como a rebatir cierta doctrina luterana curativa; finalmente marcha a París y se matricula en 1537 en su Universidad para estudiar medicina, donde no tarda en encontrar dificultades, no olvidemos quién es.
Medicina en Paris y nueva huida
Aquí estudia junto a grandes médicos de la época y ya como profesor imparte un curso de astrología en el que defiende la influencia de las estrellas en sucedidos futuros y la salud humana (astrología judiciaria), nunca lo hiciera, porque unido a un opúsculo en el que describía un cierto uso de jarabes salutíferos conformó un mejunje esotérico que terminó por enfrentarle con la comunidad universitaria y profesional médica de la época. Las mismas que le llevaron por charlatán ante un tribunal que le amonestó, de modo que de nuevo tiene que poner tierra de por medio, ahora por temerario, y tras residir en diversas localidades francesas encuentra a Pedro Palmier, arzobispo de Vienne del Delfinado, que había sido alumno suyo en las clases de astrología y quien le ofrece entrar a su servicio como médico personal en 1540. Se abre una nueva etapa en la vida de Servet que es: duradera, doce años; tranquila, de hecho en 1549 adopta la nacionalidad francesa; sosegada, se convierte en un ciudadano ejemplar de la vida pública de Vienne; y productiva, ahora se lo cuento.
Estancia en Vienne, productiva
Productiva porque Servet prosigue su correspondencia epistolar con Calvino; continúa con sus estudios y publicaciones religiosas, esas que tenían no solo la virtud de provocar sino la de irritar y hasta desquiciar, además sin distinción de credos y creencias; y está preparando en secreto la que será su obra cumbre de carácter, en principio, fundamentalmente teológico, Christianismi Restitutio (“Restitución del Cristianismo”), y de la que en 1546 manda una primera copia a Calvino en espera de sus comentarios. En ella, entre otras novedades, critica algunas tesis calvinistas y así, para él Jesús es solamente un ser humano, su cristianismo es panteísta y se muestra contrario al bautismo de los niños. Naturalmente la respuesta de Calvino no se hace esperar y le manda, para que se lo leyera y aprendiera, su propio libro, Institutio religionis Christianae (“Institución de la Religión Cristiana”), publicado diez años antes en 1536, pero claro, no sabía con quién se las gastaba.
Estancia en Vienne, productiva pero problemática
Porque, ni corto ni perezoso Servet se leyó la obra y en un pispás se la devolvió cargadita hasta arriba de anotaciones muy críticas escritas al margen, recuerden que era algo obstinadito para sus cosas, unas anotaciones que exasperaron tanto al franchute que decidió ignorarlo y darle la respuesta por callada. Prueba de lo que le digo es la carta que el alemán le mandó a un amigo, en la que llegó a escribir: “Dice que va a venir si le recibo, pero no me atrevo a comprometer mi palabra; porque si viene, le juro que no ha de salir vivo de mis manos”. Estará conmigo que es algo más que un amenazante aviso a navegantes, como así fue desgraciadamente. Por cierto 1546, el año del Restitutio, es el mismo en el que muere Lutero, quien tuvo sus más y sus menos con el papa León X, a quien quiso incordiar incluso hasta después de su muerte llegando a redactar un epitafio a esos efectos, que los encargados de hacerlo no se atrevieron a poner: “Durante mi vida fui tu peste, papa. Con mi muerte, seré tu muerte”. Si bien la maldición no se llegó a cumplir, no es menos cierto que le hizo bastante la puñeta, pues desde entonces el Vaticano ha perdido a la mitad de la clientela.
Christianismi Restitutio. Libro V: Circulación pulmonar
Pero dejemos por ahora los mortales aviso calvinista y maldición luterana y quedémonos con un par de detalles relacionados con la obra servetiense (“Restitución del Cristianismo”): uno con la fecha de su publicación y otro con una curiosa parte de su contenido. (Continuará)