(Continuación) Pero antes de continuar con la vida y obra del teólogo y médico maño, he de notificarle un cambio de ubicación hispalense, porque de la vía tirolinense nos trasladamos a un centro educativo en el distrito Este de la ciudad. Es el segundo de los reconocimientos que la ciudad le hace, esta vez como titular de un centro público de educación secundaria obligatoria (E.S.O.) y posobligatoria (Bachilleratos y Ciclos Formativos), inaugurado a finales del año 2000, es decir en la primera década del actual siglo XXI y ubicado en el Paseo Miguel Unamuno 8, una calle con 427 m de longitud perteneciente al Distrito Este-Alcosa-Torreblanca, CP- 41020. Y desde él continuamos, ahora sí, con el segundo de los detalles de la obra de Servet (“Restitución del Cristianismo”), bueno, con una parte de él, el Libro V que curiosamente resulta ser la primera exposición que en el Occidente cristiano se hace de la fisiológica función de la circulación sanguínea pulmonar o circulación menor, como también se la conoce, la que tiene lugar entre el corazón y los pulmones que es cuando se oxigena la sangre.

“…de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración”

En este texto, y como médico, sugiere que la sangre fluye de una parte del corazón a otra a través de los pulmones y no a través de la pared que separa los ventrículos, y en su transcurso es cuando se torna roja al liberar los gases nocivos y tomar aire. Claro que lo dice y lo interpreta con las ideas y las palabras de la época, como no puede ser de otra forma, “se libera de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración”, vapores fuliginosos, es decir, que tienen color oscuro o negro como el hollín. Un concepto, el de circulación, que hoy en día nunca hubiéramos esperado encontrar en un libro de teología, pero aquí está, en uno y no menor del siglo XVI, y es que Servet sostenía que el alma era una emanación de la Divinidad que residía en la sangre, y gracias a la cual podía estar diseminada por todo el cuerpo, confiriendo así al hombre su condición divina. No me dirá que no hilaba fino y daba puntada sin hilo. Ergo, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un fundamento tanto más religioso que científico y su descripción, por ende, más cabida en una obra de teología que de fisiología; es más, para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos de conocimiento, dado que todo obedecía a un mismo, único y gran designio divino.

Christianismi Restitutio, 1553. Publicación y huida

Antes de continuar en esta línea biológica de la circulación, permítame que le comente el segundo detalle de la obra al que aludí en la entrega anterior, el de la fecha de publicación. A poco que recuerde, es evidente que el teólogo y médico español no contó con la prudencia del monje y astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), quien a la hora de publicar su teoría heliocéntrica del sistema solar decidió no hacerlo hasta que estuvo en el mismo lecho de muerte, que fue cuando permitió publicar su De revolutionibus orbium coelestium (“Sobre las revoluciones de las orbes celestes”) en 1543, diez años antes del Restitutio. Lo llaman prudencia. Y lo que le decía, Servet no fue nada prudente y prueba de ello es que, a principios de 1553, eso sí de forma anónima, publicó 800 ejemplares que se repartieron clandestinamente.

No obstante, de poco sirvió pues pronto se corrió la voz de que el autor del libro era el hereje Miguel Servet, que se ocultaba bajo la falsa identidad de Michel de Villeneuve; algunos exégetas apuntan a que fue el propio Calvino el delator y de hecho, suspectamente, a manos de la Inquisición de Lyon llegó parte de la correspondencia entre Servet y Calvino, a modo de prueba incriminatoria, tras lo cual fue naturalmente detenido, encarcelado e interrogado. Sin embargo, y sorprendentemente, con ayuda de amigos logra escapar, lo que no impidió que in absentia, el 17 de junio de 1553 fuera juzgado, condenado a una multa de 1000 libras de oro y sentenciado a morir en la hoguera a fuego lento, en efigie claro; junto a su imagen ardieron sus libros y con ellos su descripción de la circulación menor de la sangre.

En la guarida del lobo

En su huida, de camino hacia Italia, incompresiblemente y por motivos que se desconocen, Servet hace escala en Ginebra, la guarida del lobo para él pues es una ciudad gobernada con mano de hierro por Juan Calvino. Y además no permanece en ella de manera discreta, no, acude el 13 de agosto de 1553 a una iglesia donde predicaba el mismísimo Calvino; allí, por desgracia, fue reconocido, denunciado y detenido de inmediato acusado de hereje por su negación de la Trinidad y defensa del bautismo a la edad adulta. Hereje hasta para los propios herejes.

Dudosa legalidad judicial

Se inicia entonces un juicio en cuyo ínterin sufre penalidades durante su cautiverio, se le niega un abogado y en el que mantiene duros debates de carácter teológico; Calvino intenta que el juicio, en un principio religioso, pase a ser político aunque Servet logra hacer prevalecer su argumentario de que ninguna autoridad eclesiástica o civil tiene derecho a imponer sus creencias ni a limitar la libertad de cada a uno a tener y exponer las propias. Pero su rechazo al bautismo y a la Trinidad deciden finalmente la sentencia y es condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 27 de octubre de 1553: “Te condenamos a ser atado y llevado a la colina de Champel. Allí serás sujeto a una estaca y quemado vivo junto con tus manuscritos y tus libros impresos hasta que tu cuerpo se convierta en ceniza…”. (Continuará)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)