De nuevo volvemos al NO de la ciudad, a unos terrenos conocidos como La Cartuja o Isla de la Cartuja (41092), una zona que recibió dicho nombre por encontrarse en su parte meridional el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, antiguo monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas. Y un lugar por otra parte que acogió a la Exposición Universal de Sevilla 1992, también conocida de forma popular como Expo ’92 o simplemente la Expo. En concreto al tercer reconocimiento sevillano que en forma de vía se hace a un científico de la antigüedad y ubicado aquí, además muy cerca de dos viejos conocidos de la sección representados por la calle Euclides y calle Arquímedes. Me refiero, claro, al filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos (570-497), considerado ‘padre de las matemáticas’, y a su homónima calle Pitágoras que con una longitud de 346 m comienza y acaba en la calle Leonardo Da Vinci y calle Tomás Alva Edison, sin duda nos nuevos destinos ‘decienciaporsevilla’ a poco que tardar.

Pitágoras de Samos

Lo único cierto que sabemos del sabio es que no sabemos nada, o apenas nada, cierto sobre su vida y obra, es decir, pocas noticias biográficas que puedan considerarse fidedignas y menos aún de su labor intelectual, ya que no dejó nada escrito y su famosa escuela en la ciudad de Crotona, la archiconocida comunidad pitagórica, siempre estuvo rodeada del mayor de los misterios. En ella los discípulos debían guardar estricto secreto acerca de las enseñanzas recibidas, hasta tal punto que hoy día es imposible diferenciar entre las ideas del maestro y las de los discípulos, por lo que en puridad sólo se debe hablar del pensamiento de la escuela. Una hermandad de la que por cierto las mujeres podían formar parte en igualdad de condiciones con los hombres, siendo quizás la más famosa de todas ellas Teano, esposa del propio Pitágoras y madre de tres de sus hijos. La relevancia de las ideas pitagóricas, pitagorismo, derivadas de las enseñanzas de los primeros filósofos jonios (Tales de Mileto, Anaximandro o Anaxímenes) se desarrolla abarcando una doble vertiente que describimos con trazo general como: filosófica y matemática.

Pitagorismo filosófico

Su eje central, místico-religioso-político, viene representado en parte por la teoría de la trasmigración de las almas, creían que después de la muerte el alma humana se reencarnaba en otros animales y que, por tanto, todos los seres vivos teníamos cierto grado de parentesco. Luego consideraban que no se debía sacrificar a los animales y no comer nunca carne, probablemente Pitágoras fue el primer vegetariano moderno famoso y su dieta la primera prohibición conocida de ingesta cárnica. La filosofía pitagórica aconseja la obediencia y el silencio, la abstinencia, la sencillez en el vestir y el autoanálisis; y sus seguidores, hasta 300 llegaron a conformar este grupo, vivían en el seno de esta sociedad de forma permanente, no tenían posesiones personales y creían en la inmortalidad. Oían directamente las enseñanzas del maestro, las mismas que influyeron en Platón y Aristóteles y, a través de ellos, en la filosofía occidental. La otra vertiente de sus ideas es matemática, porque ellos se llamaban a sí mismos matemáticos (matematikoi).

Pitagorismo matemático

Consideraban que la realidad es de naturaleza matemática y ejercieron y promovieron el estudio de los números más allá del contexto material y las cuestiones políticas donde eran ya conocidos; me refiero a su uso en el comercio o la utilidad agrimensora que tenía, por ejemplo, en Egipto. Porque está fuera de toda duda que el samiense no fue el auténtico creador del Teorema de Pitágoras, la relación geométrica -de cuyo uso práctico existen testimonios procedentes de otras civilizaciones anteriores a la griega- entre los lados de un triángulo rectángulo. Una según la cual el cuadrado de la hipotenusa (el lado más largo) es igual a la suma de los cuadrados de los catetos (los lados cortos que forman el ángulo rectángulo), que ya era conocida en Egipto donde Pitágoras durante su estancia seguro vio como medían triángulos y ángulos rectos con cuerdas. Pero eso sí, la primera demostración vino de su mano, al César lo que es del César….

¿Pitagorismo boxístico?

Pero antes de continuar, permítame una mínima digresión que ya ve, le he adjudicado naturaleza boxística y he metido entre signos de interrogación para que vea venir mis intenciones. Le cuento. Suele suceder que cuando hablamos de un personaje y le añadimos una coletilla del tipo, por ejemplo, de Samos, éste nos queda perfectamente identificado, ¿sí?, pues bien, hete aquí que no es este el caso. Resulta que por aquella época existió otro Pitágoras, también de Samos y que fue un destacado en lo suyo, no la filosofía o las matemáticas, no, sino en la práctica del boxeo. Como lo lee, en los Juegos Olímpicos del 588 a. C., veintisiete siglos le contemplan, en la cuadragésima octava (48.ª) Olimpiada fue todo un campeón olímpico de boxeo, para entonces el otro, el matemático, tendría unos dieciocho (18) años. Y así como éste fue un revolucionario y transformó las matemáticas en una enseñanza liberal (sin utilidad práctica), mediante la formulación abstracta de sus resultados, también el deportista hizo una novedosa aportación en lo suyo, siendo el primer boxeador que comenzó a utilizar técnicas boxísticas, un estilo digamos técnico-táctico. Qué me dice, se ve que el mero hecho de llamarse Pitágoras es ya una invitación a la grandeza, por cierto suya es: ‘Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres’. (Continuará)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)