(Continuación) Jardín-huerto que discurría a lo largo del lateral del Convento de dominicas de Santa María de Pasión, entre las calles Azofaifo y Vargas Campos, y de cuya iglesia quedaron al descubierto esculturas, lápidas, columnas y arcos que permanecen expuestos en el hotel erigido en su lugar, según reza en una placa colocada de 2022 en su fachada. Es, ya se lo imagina, el signo de los tiempos. Una finca la de Monardes que con fachada a Sierpes acababa en la Casa Condesa de Lebrija, no muy lejos por tanto de la que sería la primera Fábrica de Tabacos de Europa y del mundo.
Fábricas de tabacos y Sevilla
Que se empezaría a construir en Sevilla (1620), en la morería de la collación de San Pedro, para luego trasladarse (1760) a un edificio de nueva planta sito a extramuros de la ciudad, y que fue el más grande de Europa; el mismo que es hoy día sede principal de la Universidad de Sevilla (US) en la calle San Fernando. Vaya en primera derivada sin posterior desarrollo, que hablar de tabaco en Sevilla es rememorar a las cigarreras y el mito de Carmen; sí, el tabaco y la ciudad forman un binomio muy importante, que con el tiempo pasó a ser trinomio, pero esa es otra historia. En otro orden de asuntos, seguro que sabe que la fábrica de la cosa del “fumaque” no se quedó tampoco cerca de la Puerta de Jerez, junto al Colegio de San Telmo y el otrora convento de San Diego, un antiguo lugar de enterramientos romano conocido como las Calaveras. A comienzos de la década de los años 50 del siglo pasado la factoría se trasladó a unas instalaciones en el barrio de Los Remedios, allá en la orilla de poniente del rio Guadalquivir, el Río Grande, donde permaneció hasta 2007. Así que tres, fueron tres, las fábricas del “fumaque” en Sevilla, ciudad donde se inventó el cigarrillo, o eso cuentan… Y Sevilla.
Monardes: otras publicaciones y un gabinete
Sus estudios, experimentos e investigaciones quedaron plasmados, vuelvo al jardín de Monardes, en las obras que escribió, siguiendo buena parte de ellos la corriente humanista, por influencia nebrijense, de recomendar el estudio directo de los clásicos. Además de los ya citados es de destacar, dentro de la terapéutica y la materia médica, Primera, segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven en medicina; Tratado de la piedra bezaar, y de la yerva escuerçonera; Diálogo de las grandezas del hierro, y de sus virtudes medicinales; Tratado de la nieve, y del beuer frío, su obra más significativa y conocida, publicada en tres partes bajo diversos títulos (1565, 1569, 1574), y reimpreso sin cambios, en 1580.
Del jardín, decirle que no era muy grande, ni por asomo se pudo igualar en dimensiones al de sus colegas contemporáneos, pero que no por ello dejó de ser de los más conocidos de su época, merced a su extraordinaria actividad con las plantas y al gabinete con el que contaba. Una especie de museo de excepcional importancia para la historia de la cultura universal, y que sirvió de modelo para los que con posterioridad se crearon fuera de España. Un afán de conocimiento que le hizo albergar en su casa una notable de colección de objetos naturales de procedencia exótica, donde había casi de todo: animales disecados, piedras preciosas, minerales, maderas, resinas, cortezas, gomas, semillas o piedras bezoares; diferentes materiales, reunidos a lo largo del tiempo y guardados sin un rigor científico claro, lo propio de la época, puro coleccionismo naturalístico.
¿Qué son las piedras bezoares?
Bezoar es el nombre con el que se designa a un cálculo, o sea un trozo de material sólido que se forma dentro de un órgano, y que se puede hallar en los intestinos o estómagos de los animales; existen muchos tipos de bezoares, tanto orgánicos como inorgánicos. La palabra es de origen persa y, etimológicamente, significa “contraveneno” o “antídoto”, ya que en la antigüedad se creía que podía curar y anular los efectos de todos los venenos. Algo que no es cierto desafortunadamente, aunque haya algunos tipos de bezoares formados con pelo, los tricobezoares, que pueden minimizar o anular los efectos tóxicos del arsénico (As). No obstante, y a pesar de su escasa utilidad como antídoto, fue un pingüe negocio en su momento el de las piedras bezoares que le cuento, y que los boticarios solían alquilar o vender a muy alto precio. Monardes fue un reconocido experto en ellas y escribió un tratado en 1565.
Fluorescencia. Ciencia
Desde el punto de vista de la ciencia, la fluorescencia es un tipo particular de luminiscencia, un fenómeno que caracteriza a ciertas sustancias capaces de absorber energía en forma de radiaciones electromagnéticas de determinadas frecuencias (f) y luego emitir parte de ella en radiaciones con otros valores de frecuencia. Por lo general las sustancias fluorescentes absorben radiaciones electromagnéticas de onda corta, es decir con bajos valores de longitud de onda (λ), alta frecuencia (f) y, por tanto, alto valor de energía (E), sirvan de ejemplo la radiación gamma (ϒ), los rayos X, la radiación ultravioleta (UV) o la luz azul. Y luego la emiten a una longitud de onda más larga, de menor frecuencia y por ello menor energía, por ejemplo, dentro del espectro visible. Naturalmente la energía emitida en forma de luz es siempre menor a la energía absorbida, disipándose la diferencia en forma de calor. (Continuará)