Alejandro, Policía Local de Sevilla que sufrió acoso en su infancia

El acoso escolar celebró su efeméride el pasado jueves, 2 de mayo, y fueron muchos los que se lanzaron a contar su historia entre las cuatro paredes de un aula. Entre ellos, afloró el relato de Alejandro, un Policía Local de Sevilla que actualmente desempeña un papel crucial como agente tutor de niños. Sin embargo, su camino hacia este honorable rol estuvo marcado por una experiencia dolorosa en su infancia: el bullying.

«Era una violencia física, simplemente pegarte porque eras diferente o porque mis compañeros consideraban que, por algún motivo, me tenían que agredir», relata Alejandro. Su forma de expresarse y su comportamiento no encajaban con lo que muchos compañeros entendían en ese momento, y esto lo convirtió en blanco de agresiones desde una edad temprana.

El acoso que sufrió Alejandro en su infancia fue un recordatorio constante de que ser diferente a menudo resulta en marginación y violencia. «Desde muy pequeño tú empiezas a entender que hay algo que no puedes hacer, hay algo con lo que no puedes ser libre», reflexiona.

El activismo y la visibilidad para combatir el acoso

Afortunadamente, las cosas han cambiado en gran medida gracias al activismo y la visibilidad que se ha dado al colectivo que enfrenta el acoso escolar. Alejandro reconoce que su experiencia es solo una entre muchas y señala cuatro grandes grupos que son especialmente vulnerables al bullying: el colectivo LGTBI, las personas que sufren gordofobia, aquellos con discapacidades y los pertenecientes a diferentes etnias o creencias.

Como agente tutor, la labor de Alejandro se centra en ser un recurso para los profesionales que trabajan con menores. Sin embargo, también se enfrenta al desafío de ayudar a los menores que tienen problemas dentro de sus propias familias. «Hoy en día no se enseña cómo ser padre», comenta. Es fundamental que los padres comprendan cómo sus propias carencias y problemas pueden afectar a sus hijos, como lo hizo la madre de Alejandro con él.

«Nuestra labor es trasladar que necesitamos formarnos a veces también como padres para poder darle lo mejor y la mejor protección y los mejores derechos a nuestros menores», concluye Alejandro. Su historia es un recordatorio poderoso de la importancia de la empatía, la comprensión y el apoyo en la lucha contra el acoso escolar y la construcción de un entorno seguro y compasivo para todos los niños.