Sevilla es una ciudad con una rica historia y cultura que, desde hace años, se ha convertido en un epicentro del arte callejero en España. Artistas locales e internacionales han adornado sus calles y plazas con obras que van desde el surrealismo hasta el arte pop. Sus obras no solo embellecen la ciudad, sino que, además, suscitan las miradas, paradas y fotografías de quienes pasan a su vera. Provocan alegría, desafían las normas y celebran la diversidad.

Esta forma de expresión, que comenzó como un acto de vandalismo en la década de los 60, ha evolucionado hasta ser reconocida como una forma legítima de arte. Influenciado por el movimiento del grafiti en los años 70, y expandiéndose más allá de las paredes en los 80 para incluir intervenciones artísticas en espacios públicos, el arte callejero en Sevilla refleja la adaptabilidad de la ciudad a las corrientes artísticas contemporáneas.

Actualmente, el arte urbano es una mezcla de diversas formas de expresión artística. Proyectos como «Arte para Todos» en Sevilla han contribuido a aumentar su visibilidad y reconocimiento. Además, demuestran que el grafiti representa una forma poderosa de expresión cultural y social, que promueve valores primordiales como la educación y la igualdad.

Este proyecto, ideado por Peter Claesson y patrocinado por la ONU y el Ayuntamiento de Sevilla, transformó las fachadas del Polígono de San Pablo en obras de arte, con la participación de destacados artistas de más de 20 países. Las obras, que reflejaban los Objetivos del Milenio de la ONU, no solo embellecieron el barrio, sino que también transmitieron un mensaje de compromiso global. El proyecto demostró el poder del arte callejero como medio de expresión cultural y social, promoviendo valores como la educación, la igualdad y la protección del medio ambiente.

Mural de Plaza de Armas

La galería de arte Delimbo, especializada en arte urbano y contemporáneo, ha presentado varias exposiciones y eventos recientes. Entre ellos, la exposición «Fractal» de Alexandre Farto (‘Vhils’) en 2022; «XOXO», que presenta las obras de Bel Fullana, Fátima de Juan, Christina Allan y Matija Bobičić, y que acabó el pasado 6 de abril; o «Fantasmas otra vez», de Nano Abia, que comenzó el jueves.

El mítico «Bebé Gigante Durmiente», ahora tapado por otra pintada, es una de las obras icónicas del arte urbano sevillano. Quienes entran desde Huelva, se hacen conscientes de su llegada a la ciudad en cuanto lo divisan. Ubicado en la estación de autobuses de Plaza de Armas en Sevilla, el mural lo crearon los artistas Bonim, Ome, Sex, Logan y Ed, como parte de un proyecto para renovar la cara urbana en la entrada de la ciudad por el oeste. No solo embelleció la estación de autobuses, sino que también se convirtió en un símbolo de la escena de arte callejero de Sevilla. Destaca por su tamaño y ubicación prominente y demuestra que el Street art puede dar nueva vida y significado a los espacios urbanos comunes.

Convertida en un lienzo lleno de vida para creativos de todo el mundo, la ciudad ha acogido con entusiasmo a artistas emergentes como Alexandra del Bene, Jota López, Nena Sánchez, Meri Merino, Pablo Gandasegui y Pintarraheô, que dejan su sello con murales y grafitis únicos. Sus obras, que representan desde animales animados hasta retratos, pasando por frases escritas en andaluz, conquistan el mundo y reflejan la identidad cultural de Andalucía.

Jotalo: «INKEBRANTABLE»

Mural INKEBRANTABLE con Jotalo, obra y grupo SFDK

Creado por el murciano Jota López para el nuevo álbum del grupo SFDK, y situado en el Centro Cívico Entreparques, en Pino Montano, el proyecto ‘INKEBRANTABLE’ destaca por su diseño impresionante y por su significado cultural ya que, como dice su autor: «SFDK nació ahí. En parte, es un regalo para el barrio, que forma parte del grupo».

El mural «INKEBRANTABLE», se ha convertido en una obra emblemática de la escena del arte urbano sevillano. Con su enorme estética y su conexión con la música local, se ha ganado un lugar en la historia del Street art y del lugar al que pertenece. Jota López reconoce que pintar en la calle siempre tiene ese punto de querer contentar en un menor o mayor grado a la gente que lo va a ver: «lo más importante para mí es que no queden indiferentes». Guste más o menos, lo que busca el artista es que cuando te cruces con el mural “se te vaya la vista a él de primeras y te impresione, ya sea por colores, calidad de detalle…».

El retrato o lo figurativo suele ser el elemento recurrente en sus obras, en las que destacan las formas geométricas, el glitch y los colores muy saturados. «Crear un fuerte contraste con los colores que uso, impactar con los diferentes elementos. A la gente le suelen llamar mucho la atención los efectos ópticos, cómo jugando con los colores se crean transparencias y superposiciones y todos los elementos se unen estando separados», cuenta. Su mayor reto lo protagonizó el tamaño: «Era mi primer mural a gran escala usando elevadora”, además de la autoexigencia que se impuso por la importancia del proyecto. Tenía que salir perfecto», explica.

Meri Merino: «Mis temáticas se acercan a la naturaleza y al mundo fantástico y naif»

Graduada en Bellas Artes, Meri Merino cuenta que comenzó a pintar mientras trabajaba en La Montana, «la clásica tienda de spray y materiales de grafiti de la Calle Amor de Dios y la única tienda de spray de Sevilla”. Allí, su jefa Tina, «que es una crack», la animó «a darle caña» sin importar lo que piensen los demás.

La sevillana confiesa que, si pinta por diversión, «cojo los spray o pintura que más me apetezcan, y en el mismo lugar busco una pared que me guste y me adapto». Sin embargo, «para ocio solemos ir a sitios abandonados, o lugares en los que hay permiso para pintar. Una vez voy allí busco un hueco que me parezca chulo».

Mural perro del recre sobre tortuga

Entre sus obras, señala algunas de las últimas en Huelva «un perro del recre montando en una tortuga, y otro del evento Doña Jam, en Matalascañas, que lo organiza mi amiga K-Lina». Aunque reconoce que en su ciudad ha pintado mucho más: «Sobre todo por el río Guadalquivir, que teníamos permiso para pintar». Destaca un mural que realizó en el Concurso de Dos hermanas, organizado por su amigo Zesar Bahamonte, para la Cafetería El Alquimista en Mairena del Aljarafe; y el último que hizo en el Homenaje Bece este año, «un evento muy importante de grafiti».

Cafetería El Alquimista en Mairena de Aljarafe

Una de las mayores dificultades que resalta es condición femenina. «El arte urbano y el grafiti, sobre todo, es un mundo con un porcentaje mucho más alto de hombres», a lo que añade: «hablo del lado de sentirte igual que ellos pintando, que valoren tu obra los compañeros y estéis allí comiendo, charlando y riéndoos sin que se note que eres mujer». «Aún recuerdo la primera vez que quise ir a pintar y no sabía cómo pedirles a los chavales que quería ir con ellos», destaca. «Cuando voy a un evento de grafiti o de cualquier otra índole siente que hay un montón de tíos mirando mi perro montado en tortuga y pensando: ‘¿Qué es esto?’; pero por suerte tengo carácter y no me importa. Ahora sí, entiendo las que no tengan ese carácter y les cree mucha inseguridad», matiza.

Pintarraheô: «Cateto tú que no’ntiendê l’Andalûh»

Originario de Sevilla, comenzó sus pintadas en 2017 con un rotulador. «Cateto tú que no’ntiendê l’Andalûh» podría considerarse la más viral de todas. La pintó en el Áhê Tayêh en la calle Sol para su proyecto Fugâh. «Era algo que no había hecho nunca y creo que tuvo un impacto visual muy fuerte», cuenta.

Y es que, aunque muchas personas consideran sus piezas como un acto de vandalismo, «la verdad es que las cosas positivas superan con creces a las negativas: la cantidad de gente que me escribe mensajes de apoyo y que se identifica con lo que hago, cientos de personas tatuadas con mi letra y mis pintadas… Nunca esperé que llegase a la dimensión que ha tomado», reconoce.

Influenciado enormemente por el arte andaluz, trata de encontrar un equilibrio entre lo popular y lo propio para «mantener una línea que sea a la vez original y compartida». «Tê’qquí ya», «Que me dehê» o trozos de letrillas flamencas recuerdan frases célebres y artistas por cada esquina de Sevilla, junto con frases propias y ya míticas del propio autor como «la bía’ntera entre alegríâ y petenerâ».

«Ese es otro de los retos a los que me he enfrentado, encontrar un equilibrio entre lo popular y lo propio para mantener una línea que sea a la vez original y compartida», apunta. De hecho, confiesa que su mayor dificultad está en desarrollar un discurso coherente y alineado con sus valores. «Y no solo por las cosas que escribo, sino especialmente por elegir las cosas que no escribo». «Cuando el trabajo de uno tiene tanta repercusión, yo al menos, siento una gran responsabilidad de no reproducir discursos que me parecen discriminatorios o perniciosos socialmente hablando», afirma.

Publicación de pintarraheô en Instagram 

Sevilla, una ciudad que se distingue por su identidad multifacética, es un crisol donde la tradición y la vanguardia coexisten en armonía. Aunque muchos la ven como una ciudad arraigada en la tradición, la realidad es que ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias artísticas del siglo. La presencia de murales y grafitis en las calles de Sevilla suponen un testimonio de cómo la tradición y la vanguardia pueden convivir en perfecta simbiosis. Esta nueva forma de expresión artística no solo aporta un valor estético a la ciudad, sino que también invita a todo tipo de público a disfrutar del arte en su faceta más urbana.

La presencia de murales y grafitis en las calles de Sevilla suponen un testimonio de cómo la tradición y la vanguardia pueden convivir en perfecta simbiosis

Mirando hacia el futuro, es probable que este tipo de proyectos sigan influyendo en la escena del arte callejero en Sevilla, pues ayudan a fomentar un mayor aprecio por la propia ciudad, alentando a más artistas a participar y a más miembros de la comunidad a apoyar este tipo de arte. Además, ayudan a cambiar la percepción del arte callejero, demostrando que no es una forma de vandalismo, sino algo legítimo y valioso, que aporta color y belleza a la ciudad, promueve el diálogo cultural y social, y da voz a aquellos que, a menudo, no la tienen.