Todos los sevillanos saben que las naranjas de los árboles de la capital hispalense están muy amargas, pero esa información es desconocida para los turistas. Precisamente, uno de ellos la ha aprendido de primera mano.

En redes se ha hecho viral un vídeo en el que se puede ver cómo un turista que se encuentra paseando por el barrio de Santa Cruz coge una naranja del suelo. Acto seguido, comienza a pelarla para comérsela, pero rápidamente lamenta su decisión cuando se la lleva a la boca.

Disgustado por su amargo sabor, arroja la fruta al suelo y se marcha del lugar junto a su familia. Algunos usuarios se han molestado por la actitud del turista por no usar una papelera para arrojar los residuos.

¿Qué se hace con las naranjas de Sevilla?

Las empresas encargadas de la recolección gestionan el destino y la comercialización de los tres millones de kilogramos de naranjas urbanas recogidas en las calles sevillanas. Una parte significativa de esta cosecha se destina a destilerías como la sevillana Bordas Chinchurreta, que producen aceites esenciales y fragancias. Además, se utiliza para la fabricación de abonos y como alimento para el ganado caprino. Desde 2020, una iniciativa sostenible aprovecha estas naranjas para generar biogás en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) Copero, gestionada por Emasesa.

En la última campaña (2021-2022), el 88,78% de la cosecha se destinó a fines industriales y ganaderos, el 3,49% se utilizó en el proyecto piloto de Emasesa para generar gas y electricidad, y el 7,72% terminó en vertederos, según datos proporcionados por el Ayuntamiento de Sevilla. El objetivo principal es maximizar la utilización de estas naranjas y encontrar formas creativas y sostenibles de darles un propósito después de su recolección.