La existencia de un primer principio fue asumida por los filósofos posteriores, y el hecho de buscarlo de una forma racional, de extraerlo de una serie de observaciones y deducciones, es lo que le ha valido a Tales el título de “padre de la filosofía”.

Escuela de Mileto

Él, junto Anaximandro, Anaxímenes y otros miembros destacados de la Escuela de Mileto -situada en la costa de la actual Turquía y cuna del pensamiento occidental- fueron los primeros en escribir los renglones iniciales de lo que terminó siendo la historia de la ciencia y la filosofía. Ellos protagonizaron el paso del mito a la razón (logos), señalando el comienzo de ambas disciplinas al prescindir de las explicaciones mitológicas y religiosas de los fenómenos, al buscar un principio que permitiera unificar la aparente diversidad que existe en la naturaleza; en otras palabras, buscaban la universalidad a través de la unicidad, lo que está bien pensado. Le hablaba la semana pasada que cuatro elementos primordiales, únicos y distintos -asociados con el fuego, la tierra, el aire y el agua según cada filósofo que eran, a su entender, el principio natural de todo-, y ahora le digo que dichos conceptos no deben ser interpretados en sentido literal, sino como metáforas. Unos elementos, “raíces de todas las cosas” Empédocles dixit, que se encuentran también en la Metafísica de Aristóteles, uno de los pocos filósofos que abarcó casi todos los campos del saber de su época, quien junto a los elementos añade cuatro cualidades, una para cada uno y asociadas por antagonismo: húmedo y seco, caliente y frío. Aquí hay tema.

¿Cuatro o cinco elementos? Aristóteles

Unos elementos sublunares a los que Aristóteles (384-322 a. C.), pensando en la perfección de los cuerpos celestes, mundo supralunar donde las cosas no caen y están en circunferencial movimiento perpetuo, añadió un quinto elemento perfecto. Uno que llamó éter y con el tiempo devino en quintaesencia, sustrato que según él junto a Platón (427-347 a. C.), explicaba que el movimiento de las estrellas en el cielo esté vinculado a la rotación de la Tierra. Una historia con intrahistoria, la del éter, y un modelo proto científico el de los presocráticos que visto con la perspectiva actual nos pueden parecer pueriles, pero, para muchas doctrinas antiguas en su momento, fueron lo más de lo más. No en vano justificaban los constituyentes básicos de la materia, sino que explicaban el comportamiento del mundo físico, cosa que además hicieron durante veinticinco siglos, que son muchos para el hombre, o sea, que un respeto. De hecho, estuvo vigente hasta que la ciencia moderna empezó a desentrañar los verdaderos elementos químicos, los cambios físicos y las reacciones químicas, es decir que perduró durante toda la Edad Media hasta el mismo Renacimiento, influyendo profundamente en la cultura y el pensamiento europeo.

Influencias varias: cosmología, literatura, astronomía, prácticas agrícolas

Y eso que eran solo cinco (5) elementos para un único cosmos, pocos, muy pocos, comparados con los ciento dieciocho (118) que la ciencia admite en la actual tabla periódica de elementos químicos. Aun así, de esta errada teoría de los cuatro (o cinco) elementos surgieron multitud de pensamientos y aplicaciones que alimentaron, y en algunos casos por desgracia lo siguen haciendo, diferentes campos de conocimiento. Como se suele decir en estos casos -sin ánimo de ser exhaustivo, intención de ser excluyente ni propósito alguno de agotar el tema-, estos son algunos: Cosmología. Literatura europea, aparecen citados en La vida es sueño (1635) de Pedro Calderón de la Barca o en Hamlet (1623) de William Shakespeare. Astronomía. Prácticas agrícolas, se asociaban a las cuatro partes principales de una planta: la tierra con las raíces, el agua con las hojas, el aire con las flores y el fuego con el fruto.

Influencias varias: astrología, música, pintura, alquimia, medicina

Astrología, la occidental sigue utilizando los cuatro relacionándolos con las cartas astrológicas y los horóscopos, doce signos astrológicos del zodíaco para cuatro elementos: fuego para Aries, Leo y Sagitario, tierra para Tauro, Virgo y Capricornio, aire para Géminis, Libra y Acuario, y agua para Cáncer, Escorpio y Piscis. Una credulidad que tuvo influencia en la música pues el nombre del grupo musical estadounidense, Earth, Wind & Fire, EWF, (en español: Tierra, Viento y Fuego), fundado por Maurice White tomó dicho nombre en 1970 del signo astrológico del músico que era Sagitario. Me explico, según la superchería astrológica este símbolo tiene cualidad elemental primaria de fuego y cualidades estacionales de tierra y aire, pero nada de agua, de ahí que haya solo tres de los cuatro elementos en el nombre musical. Pintura, la asombrosa serie de pinturas del artista italiano renacentista Giuseppe Arcimboldo, Los cuatro elementos (1566). Alquimia. O medicina, los cuatro humores de Hipócrates -y después Galeno– a saber: bilis amarilla, bilis negra, flema y sangre.

Perjudicial influencia “elemental clásica”

Para muchos exégetas era evidente la influencia dañina que la teoría de los elementos clásicos iba a ejercer en el devenir de la historia de la humanidad, como así fue sobre todo a partir de Aristóteles quien, al adoptarla como fundamento de su interpretación de la naturaleza y nunca abandonarla, abría un camino que daba pocas oportunidades y ofrecía muchos obstáculos y peligros para el desarrollo de la ciencia. Por citar a uno, el polígrafo británico Bertrand Russell (1872-1970) escribió que el pensamiento aristotélico en siglos posteriores se imbuyó de una autoridad casi bíblica, tanto que “desde principios del siglo XVII, casi todo avance intelectual serio ha tenido que comenzar con un ataque a alguna doctrina aristotélica”. Y es cierto, sobre todo en ciencias ¡Ay, del principio de autoridad! (Continuará)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)

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