(Continuación) Con el devenir de los años el término agua, entendido como primer elemento aristotélico de la naturaleza o como el actual compuesto químico que científicamente es, ha formado parte del nomenclátor sevillano en unas vías, unas, rotuladas hoy de formas distintas y, otras desaparecidas ya. En cualquier caso un antiguo indicador, especie de huella hídrica urbana como la ecológica lo es ambiental, al dar cuenta del volumen de agua que nos genera bienes o servicios y, a veces, desgracias que de todo hay. Y así, en el Diccionario Histórico de las calles de Sevilla 1993, encontramos la actual barreduela Sollo (41003) cuyos 55 m de longitud confluyen en la calle San Hermenegildo y que en un plano parcelario de 1945, un corto tramo de la misma recibió el nombre de callejón del Agua. Posteriormente, en 1969, aparece sin rotulación por lo que se propuso, sin que conste raz6n alguna, el nombre de Sollo, sinónimo de esturión. O la calle Campana (41004), en la confluencia de Martín Villa y Santa María de Gracia con Plaza del Duque de 1a Victoria y San Eloy, rotulada así en 1666 entre otras denominaciones a lo largo del tiempo y de la que una parte de la misma fue conocida a finales del XVI y principios del XVII con el nombre de calle Agua.
En el Plano de Olavide de 1771, la calle Lope de Rueda (41004), entre la calle Santa Teresa y la plaza de Alfaro, aparece rotulada como callejuela del Agua, probablemente porque recogía las aguas de lluvia dada su pendiente, o quizás porque desembocaba junto al muro que conducía el agua al Alcázar y a la ciudad, el actual Callejón del Agua. Y en la Guía General de Forasteros de Sevilla para 1825 de J. M. Montero de Espinosa, aparece una calle del Agua situada en la parroquia del Sagrario y antes denominada calle del Aguafuerte, por encontrarse en ella fábricas de dicho producto. Ya alejándonos del Casco Antiguo, la actual calle Sacrificio (41018) que en el Plano de Poley y Poley (1910) aparece como callejón del Agua, y sin dejarnos atrás una suspecta calle de las Aguas, que se cita en un acta capitular de 1705 y de la que se sospecha pudiera ser cualquiera de las anteriores solo que en singular, quizás un error de transcripción.
Los elementos griegos (a la luz de la ciencia actual)
Es evidente que, desde el punto de vista científico, el significado del término elemento utilizado por los antiguos griegos, tiene poco o nada que ver con los elementos químicos de la ciencia moderna. Mientras que las civilizaciones antiguas otorgaron durante siglos un significado simbólico y mitológico a los cinco elementos, desde sus inicios la ciencia no ha parado de ofrecernos una comprensión cada vez más cierta de ellos. Un conocimiento empírico del aire, agua, fuego, tierra y éter que nos permite desmitificarlos y conocer su auténtica naturaleza, estructura y tipos de interacciones, física y química, en el mundo natural. Todo arranca cuando a comienzos del siglo XIX, el químico daltónico y británico John Dalton (1766-1844) propuso un conjunto de hipótesis que, para lo que nos trae aquí, nos viene de perlas; son conocidas como las hipótesis atómicas de Dalton
Hipótesis atómicas de Dalton, (1803-1808)
Se podrían enunciar así: 1. Toda la materia está formada por unas partículas muy pequeñas llamadas átomos. 2. Una molécula es una agrupación de átomos. 3. Las sustancias simples son aquellas que nunca se descomponen ni al aumentar la temperatura ni al pasar la corriente eléctrica por ellas ni mediante ningún otro procedimiento y sus moléculas están formadas por la unión de átomos de una sola clase; las sustancias simples se representan mediante una fórmula. 4. Los compuestos químicos son aquellas sustancias que al calentarlas o pasarles la corriente eléctrica, dejan de existir y se transforman en otras nuevas, y sus moléculas están formadas por la unión de átomos de distintas clases; los compuestos químicos se representan mediante una fórmula. 5. Desde el punto de vista químico, a cada clase de átomos se le llama elemento químico y se le representa mediante un símbolo. 6. Cuando se produce una reacción química (RQ), se rompen las uniones entre los átomos que forman las moléculas de las sustancias iniciales (reactivos) y se recombinan formando nuevas uniones, nuevas moléculas, que forman las sustancias finales (productos). 7. En las RQ, los átomos nunca se destruyen, siempre se conservan idénticos.
Ergo…
El agua no es el clásico elemento de Tales sino en realidad una sustancia química, un compuesto químico pues experimentalmente con electricidad lo podemos descomponer fácilmente en gas hidrógeno y gas oxígeno,siendo sus fórmulas respectivas: H2O (l), con dos elementos y tres átomos; H2 (g), con un solo elemento y dos átomos; y O2 (g), con un solo elemento y dos átomos.
De hecho, en 1789 el químico francés Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794) publicó una lista de treinta y tres “sustancias simples” en las que incluía la luz, el calórico y otras sustancias que con posterioridad dejaron de estar en ella. No hay duda de que la tradición aristotélica y la alquimia medieval dieron origen a la actual química moderna, las teorías científicas y las nuevas taxonomías. Y hasta aquí por ahora -ya sabe que esto es un paseo científico por Sevilla, así que a saber que nos encontraremos en nuestro deambular-, de lo que le quiero contar sobre el primer elemento griego de la naturaleza propuesto por el milesio Tales y presente en el nomenclátor sevillano ¿Conoce alguna calle hídrica más? ¿Tienen calle en nuestra ciudad el resto de los elementos? en caso afirmativo, ¿son de la manita de clásicos griegos o de los 118 químicos de la ciencia?