Y de nuevo, una vez más, volvemos al NO de la ciudad a los terrenos conocidos como La Cartuja o la Isla de la Cartuja (41092), zona que recibió dicho nombre por encontrarse en su parte meridional el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, antiguo monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas, un lugar que por otra parte, el siglo pasado acogió a la Exposición Universal de Sevilla 1992, conocida de forma popular como Expo ’92 o, simplemente, la Expo. En concreto en esta ocasión lo hacemos a una vía comprendida entre las dedicadas a Leonardo Da Vinci y Louis Pasteur, la misma que con sus 340 m de longitud se rotula en honor de quien se convirtió en el explorador, oceanógrafo y divulgador más famoso del mundo, el francés Jacques Cousteau (1910-1997). Con sus escritos, películas, libros y series documentales, difundió el valor de la vida en los mares, contribuyendo a que tomáramos conciencia de la importancia de su conservación.
Infancia, adolescencia y juventud
El idilio y fascinación de Cousteau por el mar podemos decir que fueron tempranero y un poco debido a las circunstancias; resulta que desde que nació Jacques fue un niño de salud muy frágil (problemas estomacales y anemia) de ahí que los médicos le desaconsejaran los juegos de contacto físico y le recomendaran con cuatro años la natación, un deporte que le encantó ya de por vida. Primer contacto con el agua. Ya adolescente demostró curiosidad por los objetos mecánicos que se empeñaba en desmontar y volver a montar, y que fue de lo primero que hizo con una cámara de filmar que le regaló su padre con trece años, pues quería entender cómo funcionaba; un aparato que llevaba siempre consigo grabándolo todo, sí le encantaba la filmación; él no lo sabía, pero su destino empezaba a estar marcado. Sin embargo, en la escuela no iba bien, razón por la que su padre lo envió a un internado, del que pasó al Collège Stanislas de París para finalmente ingresar en 1930 en la Academia Naval Francesa en Brest y de donde, tras graduarse como oficial de artillería, se unió al servicio de información de la Armada francesa. Segundo contacto con el agua, éste marino.
Accidente, boda, filmaciones e invento
En 1933 Cousteau sufre un grave accidente automovilístico en el que se rompe los dos brazos, casi le cuesta la vida, y es durante su rehabilitación cuando comienza de nuevo a nadar como terapia, un tercer contacto que en esta ocasión va acompañado de alguna que otra interesante novedad. Lo hace en el mar y utilizaa por primera vez unas gafas de buceo como las que utilizaban los buscadores de perlas filipinos, una experiencia que le transformaría para siempre. Además, en 1937 se casa y realiza su primera película titulada A diez brazas bajo el agua y poco después, ya se lo imagina, llega la Segunda Guerra Mundial donde es condecorado en varias ocasiones. En 1943, en plena lucha clandestina contra la ocupación alemana, conoce al ingeniero francés Émile Gagnan con el que inventa y utiliza una escafandra autónoma, a la que bautizan como ‘Aqua Lung’, un pulmón acuático por así decirlo.
Aqua-Lung, explorando las profundidades
Un dispositivo en cuyo diseño conjugaban dos inventos previos: la botella de aire comprimido del comandante Le Prieur y el regulador o reductor de presión Rouquayrol-Denayrouse. A título de curiosidad, este aparato fue presentado en la Exposición Universal de París en 1867 donde ganó la medalla de oro en su categoría. Un invento que llamó la atención de Julio Verne quien dotó al capitán Nemo y sus hombres con una versión “tuneada” por él en su famosa novela Veinte mil leguas de viaje submarino (1870). Le recuerdo que durante siglos, la movilidad necesaria para realizar una exploración ágil del fondo marino y el mantenimiento de la respiración por un período razonable, parecían objetivos irreconciliables. Era proverbial la torpeza del pesado buzo con escafandra convencional, moviéndose en el medio subacuático e inexorablemente unido a los conductos salvavidas. Sin embargo, todo esto cambió con su invento, una especie de máscara submarina que permitía respirar bajo el agua libremente sin la necesidad de un tubo de aire en la superficie; un más que práctico sistema utilizado desde entonces por todos los buzos del mundo, y que con el tiempo hizo posible el nacimiento de un nuevo deporte, el del submarinismo.
El pecio Mahdia
En 1948 finalizada la SGM, la marina francesa le pide organizar una expedición en busca de un barco romano, el ‘Mahdia’, que había naufragado en el siglo I a.C. en las costas de Túnez. La lleva a cabo junto a Philippe Tailliez y un grupo de expertos buzos y científicos utilizando en ella la Aqua-Lung y convirtiéndose así en la primera operación de arqueología subacuática que utilizó un aparato de buceo autónomo, marcando por tanto el comienzo de la arqueología subacuática. Antes ya había rodado la película Pecios en 1945 y Paisajes del silencio en 1947) y es un año después, en 1948, cuando abandona de manera definitiva la marina para organizar sus propias expediciones. (Continuará)