La reciente decisión del Ayuntamiento de Sevilla de eliminar el carril bici en la avenida Luis de Morales ha generado polémica y preocupación entre los usuarios de la bicicleta y los peatones. Esta infraestructura ciclista, que formaba parte de la red básica de la ciudad y era utilizada diariamente por miles de ciclistas, ha sido sustituida por un «itinerario ciclista con prioridad de paso peatonal», como se indica en la señal colocada en la esquina de Luis de Morales con Eduardo Dato.
El cambio, motivado por las obras de ampliación del tranvía, obliga ahora a los ciclistas a circular por la acera, «esquivando a peatones y veladores», señala la plataforma «A Contramano Sevilla». Según la vigente normativa de circulación, está prohibido que los ciclistas transiten por la calzada si existe una vía ciclista, aunque sea compartida, lo que aumenta la preocupación por posibles conflictos entre ciclistas y viandantes.
El Ayuntamiento había acordado inicialmente con los comerciantes de la zona trasladar el carril bici a la calle Benito Mas y Prat, pero posteriormente se decidió transformar el carril en una vía compartida con los peatones. Esto ha sido criticado por colectivos ciclistas, que temen que la situación genere quejas de los comerciantes por la presencia de ciclistas en la acera, lo que podría llevar a nuevas restricciones en su circulación.
Manifestación de ciclistas
A finales de junio, cientos de ciclistas se manifestaron frente a las obras del tranvía, exigiendo que se reservara uno de los seis carriles de tráfico previstos en Luis de Morales para un carril-bici, tal como se hizo en otras zonas de la ciudad como Resolana y Muñoz y León, o en la cercana calle San Francisco Javier. Argumentaron que la ampliación del tranvía, diseñada para mejorar la sostenibilidad de la movilidad, no debería perjudicar ni a los peatones ni a los ciclistas, dos de los grupos más vulnerables en el espacio urbano.
Sin embargo, «el Ayuntamiento no atendió estas demandas», señala la plataforma, lo que ha incrementado el descontento entre los usuarios de la bicicleta, que ven cómo se degrada la infraestructura ciclista de la ciudad. Los ciclistas temen que, a medida que crezcan las quejas, se les restrinja aún más el acceso a esta importante vía de la ciudad, favoreciendo así la expansión del espacio destinado a terrazas y veladores.