Por enésima vez, una más, volvemos al NO de la ciudad a los terrenos conocidos como La Cartuja o Isla de la Cartuja (41092), una zona que recibió dicho nombre por encontrarse en su parte meridional el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, antiguo monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas, y un lugar que por otra parte acogió el siglo pasado la Exposición Universal de Sevilla 1992, conocida de forma popular como Expo ’92 o, simplemente, la Expo. En concreto, en esta ocasión, lo hacemos a una vía comprendida entre las calles dedicadas a Blas Pascal y a Torricelli, la misma que con sus 343 m de longitud se rotula en honor del pedagogo francés Louis Braille (1809-1852), inventor de un sistema de lectura y escritura táctil para personas con discapacidad visual que lleva su nombre, método o sistema Braille, ejemplo de clara eponímia. Se basa en el uso de unas celdas con seis puntos en relieve que ha sido internacionalmente adoptado tanto en la escritura como en la lectura del alfabeto, los números y la notación musical.
Discapacidad visual infantil
En 1812, a los tres años de edad, el pequeño Louis sufrió un accidente dañándose uno de los ojos con el punzón que se utilizaba para perforar el cuero en la guarnicionería familiar, tratando de imitar a su padre. Al tiempo el ojo se infectó y por desgracia la infección pasó al otro de modo que con cinco años había perdido la vista del todo, un caso médico claro de oftalmía simpática. Sin embargo, y a pesar de su deficiencia física, asistió durante esos dos años a la escuela y aunque demostró ser uno de los alumnos más aventajados, la familia creyó que el muchacho no podría ni siquiera aprender a leer y escribir. Sin embargo, con diez años obtuvo una beca para estudiar en el Instituto Nacional para Jóvenes Ciegos de París, una de las primeras escuelas especializadas en este campo de todo el mundo; un centro con una disciplina muy severa donde aprendían algunos oficios sencillos y recibían la mayor parte de su instrucción de forma oral. Fue dos años después, en 1821, cuando todo cambió para él y el mundo de la invidencia al visitar la escuela un capitán del ejército llamado Charles Barbier de la Serre (1767-1841), para presentar un nuevo sistema de lectura y escritura táctil inventado por él y que en su opinión podía resultar útil en el programa educativo del centro.
Sonography de Barbier
En realidad una técnica de origen militar diseñada para que los oficiales en tiempos de guerra pudieran intercambiarse mensajes en las trincheras durante la noche sin necesidad de encender la luz ni hablar, evitando así que el enemigo descubriera su posición. Un sistema de doce puntos y guiones en relieve para ser leídos con la yema de los dedos, que al combinarse representaban sonidos diferentes y conocido como Escritura Nocturna o Sonography, un alfabeto de estructura fonética y grafía de puntos. Y ni corto ni perezoso un día de abril 1821 visitó la escuela, fundada por Valentin Haüy (1745-1822) uno de los primeros en interesarse en la integración sociocultural de los invidentes, donde estudiaba Louis para presentar su nuevo sistema de lectura y escritura táctil. Naturalmente el sistema fue puesto a prueba por el profesorado si bien pronto lo abandonaron pues presentaba no pocos fallos, errores y limitaciones; pero el joven Louis, con solo 12 años, supo ver más lejos y se percibió al instante de las posibilidades que presentaba, eso sí, había que simplificarlo.
Sistema Braille
Y se puso manos a la obra experimentando con diferentes combinaciones hasta que encontró una solución idónea que sólo requería de seis puntos en relieve para reproducir la fonética básica. En los años siguientes perfeccionó el sistema y desarrolló códigos diferentes para la enseñanza de materias como la música, para la que tenía un notable talento, las matemáticas y el alfabeto. Sin embargo, a pesar de sus incuestionables mejoras y aportaciones al desarrollo educativo de los niños ciegos, el método no se implantó de forma inmediata debido tanto a la inercia institucional como a los propios docentes que dudaban de su utilidad, llegando incluso alguno que otro a prohibir su enseñanza. Un veto que afortunadamente produjo el efecto contrario en buena parte del alumnado que, a escondidas, se esforzaba por aprenderlo y comprobar que no sólo eran capaces de leer textos, sino también de escribirlos ellos mismos. Por primera vez los invidentes disfrutaban de una autonomía que hasta entonces les había sido vedada.
El tiempo pasó y Braille se convirtió en profesor de la escuela siendo admirado por todos los alumnos, aunque por desgracia no llegó a vivir lo suficiente para ver cómo su sistema se adoptaba en todo el mundo pues murió joven de tuberculosis en 1852. Poco después, en 1860, el sistema Braille se introdujo en la escuela para ciegos de San Luis (Estados Unidos) y en 1868 en el Reino Unido se fundaba una sociedad que hoy es el Instituto Nacional de Ciegos, el mayor editor de textos en Braille en Europa y la mayor organización británica para personas con discapacidad visual. En el siglo XX, el método Braille se había implantado en casi todos los países del mundo como sistema de lectura y escritura punteada. (¿Continuará?)