Pupitres vacíos en el Puente de Isabel II / SA

Save the Children lanza hoy en Sevilla la campaña #NuncaSerán para denunciar que, sin educación, los niños sirios jamás podrán tener un futuro. Esta acción también se ha desarrollado en otras ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia.

Desde mediados del año pasado, los niveles de violencia en Siria, lejos de reducirse, están aumentando de forma alarmante, especialmente en las llamadas “zonas de distensión”, establecidas como seguras para los civiles. Hospitales y escuelas siguen siendo objetivo de los bombardeos. En zonas como Guta, más de 60 escuelas han sido destruidas durante los dos primeros meses de 2018 y más de 57.000 niños han perdido la oportunidad de ir a clase. Las escuelas que siguen en funcionamiento no tienen electricidad ni gas, han tenido que trasladarse a los sótanos y solo abren un par de horas al día.

“Mis hijos no están seguros en el colegio. Las escuelas de la zona están destruidas y mis hijos llevan tres años sin ir a clase regularmente. Estamos perdiendo a una generación completa de niños que no pueden aprender a leer ni a escribir. No quiero enviarlos a la escuela si abre porque sé que irán un día, pero luego estará cerrada otros 10 por los bombardeos”, cuenta Qamar, una madre desplazada en Idlib.

Save the Children ha realizado una encuesta con cerca de 2.000 niños y niñas de entre cinco y 11 años en el noreste de Siria. Los resultados demuestran que los siete años de guerra están dejando unas secuelas irreparables en la educación de los niños. Más de un tercio de los alumnos de entre nueve y 11 años tienen un nivel de lectura de un niño de cinco años; casi la mitad de estos niños no pueden resolver un problema de matemáticas que normalmente se enseña a niños de cinco años e incluso algunos ni siquiera son capaces de reconocer las letras y los números.

“El acceso a la educación durante un conflicto ofrece a los alumnos un importante resguardo y sensación de estabilidad. La seguridad en las escuelas ayuda a mitigar los efectos psicológicos de la guerra y protege a los niños además de las redes de trata y de ser reclutados por grupos armados”, explica Andrés Conde, director general de Save the Children.

Los últimos meses de conflicto están siendo especialmente crueles. A finales del año pasado se registraron los índices más altos de desplazamiento interno, en solo tres meses un millón de personas se quedaron sin hogar. Las víctimas mortales han aumentado en un 50% desde mediados del año pasado y se calcula que un millón de niños vive en zonas de muy difícil acceso, donde no entra ni un solo convoy con alimento o medicinas, y como consecuencia los índices de desnutrición infantil se están disparando.